Las tareas pendientes de América Latina después de 75 años de la CEPAL

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) conmemorará el 25 de febrero su 75º aniversario. Durante estos años de trabajo, la CEPAL ha sido una de las organizaciones más importantes en la promoción del desarrollo social, político y económico en América Latina. A lo largo del siglo XX, la organización ofreció a los gobiernos y ciudadanos propuestas de políticas públicas enfocadas en la reducción de pobreza a través de la industrialización y atracción de inversiones. Para lograr estos objetivos, se crearon estadísticas e indicadores que permitían a los tecnócratas identificar oportunidades de integración a la economía mundial mediante la diversificación e innovación industrial.

Las teorías estructuralistas y neo estructuralistas que dictaron muchas de las recomendaciones de la CEPAL para América Latina permitieron a los países implementar políticas adaptadas a las necesidades locales en un entorno globalizado y competitivo. La CEPAL mostró su preocupación debido a que las teorías neoliberales tradicionales de ventajas competitivas fallaban en el caso latinoamericano y propuso soluciones para romper el ciclo en el que la región continuaba proveyendo al norte global de materias primas de bajo valor e importaba, con mayor velocidad y cantidad, productos terminados que cada vez más inclinaban la balanza de pagos hacia el empobrecimiento de la región. Las recomendaciones de CEPAL permitieron que Latinoamérica implementaran políticas de búsqueda de atracción de inversiones, incremento del ahorro, inversión en programas de industrialización y creación de obras de infraestructura como estímulo a la economía.

América Latina en la segunda mitad del siglo XX se encontraba en condiciones muy desfavorables con el centro económico del norte global. A pesar de la recuperación veloz de la economía global después de la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento de las economías latinoamericanas fue lento y rezagado con respecto al resto del mundo. La región que no había sido impactada directamente por las guerras, se encontraba en un proceso de fortalecimiento del poder de las elites económicas en alianza con la clase política y los países de la región continuaban presentando una gran desigualdad económica y social en su población. Sumado a esto, en los años 70s se empezó a observar en el mundo los efectos de los desequilibrios económicos cíclicos, el incremento del endeudamiento y la inflación estructural que se derramó velozmente en todo el continente. Latinoamérica, que respondió a estas presiones con la implementación de políticas de sustitución de importaciones y la creación de organismos de integración regional, no fue capaz de aplicar políticas macroeconómicas que hasta en la década de 1990 permitirían realizar políticas macroeconómicas de estabilidad del crecimiento económico y el alcance del pleno empleo. Como resultado, no se logró evitar los impactos en el ámbito fiscal de los países que sobrecalentaban la economía e impedían la formación de reservas para enfrentar las caídas cíclicas. Razón por la cual muchos países de América Latina sufrieron un veloz incremento de inflaciones y devaluación de la moneda durante la última parte del siglo XX.

Debido al contexto global de atraso y lento crecimiento en que se encontraba Latinoamérica aún 50 después de trabajo en conjunto de la CEPAL con los gobiernos y las elites de los países de la región, los métodos de la organización para promover mejoras del bienestar social y económico los llevaron a implementar un neoestructuralismo que se caracterizó por la búsqueda de la inserción internacional mediante el fomento de industrias tecnológicas que permitieran a la región tener una participación más activa del comercio globalizado sin que se dejara de prestar atención al fortalecimiento de un Estado más fuerte y activo en la solución de problemas de los grupos más pobres y promover el desarrollo.

Durante 75 años, la CEPAL y sus teorías estructuralistas y neoestructuralistas han sido ampliamente criticadas por su enfoque en resolver problemas del desarrollo desde el Estado y también por su enfoque en asuntos netamente económicos que descuidaron los temas sociales y retos ambientales conforme se invertía en la creación de industrias en la región. Lo anterior fue algo muy importante que impactó en la privatización de los recursos naturales del continente con miras de fomentar la industrialización y el creciente desarrollo de áreas urbanas sin políticas públicas que velaran por el cuidado social y cultural de las poblaciones migrantes desde zonas rurales, más pobres y analfabetas.

Como tarea, quedan en la región tres elementos clave que continúan esperando ser resueltos para alcanzar un desarrollo sostenible y competitivo en el mundo globalizado. Primero, el subdesarrollo de América Latina se caracterizó por una escasa diversidad productiva y se especializó en bienes primarios. Guatemala, por ejemplo, continúa siendo un país exportador de monocultivos y de industrias protegidas en beneficio de pocos manteniendo las brechas entre ricos y pobres sin cambios relevantes. Al 2020, el 36 por ciento de las exportaciones de Guatemala seguían siendo productos agrícolas de la industria primaria y empleaban a un 32 por ciento de la población total en labores poco tecnificadas y con salarios muy bajos. A lo anterior, se suma la alta dependencia de las exportaciones a pocos países compradores ya que más del 65 por ciento es importado por Estados Unidos y Centroamérica bloqueando el acceso competitivo de los productos guatemaltecos a más países. Lo anterior contribuía al segundo reto al desarrollo debido a los monocultivos y heterogeneidad de la oferta productiva con una limitada mano de obra calificada, bajos niveles de productividad por hora hombre y concentración de la propiedad aún en manos de un grupo reducido de la elite económica y política.

Por lo anterior, las brechas sociales y económicas que se observan en América Latina continúan siendo resultado de la falta de homogeneidad de la oferta productiva y de una mejora en conocimientos técnicos y calificados para ingresar a industrias con un mejor retorno de ingresos. Asimismo, el crecimiento de la informalidad en la región, la ausencia de políticas efectivas para formalizar negocios y la asignación insuficiente de recursos financieros para asuntos sociales de los países afectaba un tejido social que sigue siendo poco propenso a la acumulación de capital, el progreso técnico y la inversión.

Los retos pendientes por resolver en América Latina siguen siendo la mejora según las recomendaciones realizadas desde la CEPAL para promover políticas macroeconómicas anticíclicas que permitan a la región enfrentar las épocas de volatilidad de capitales y reducción de la oferta tal y como se ha observado durante el período de recuperación de la economía global ante la pandemia de COVID-19. Además, quedan pendientes tareas para fortalecer la adaptación y resiliencia de América Latina ante los impactos del cambio climático y los cambios venideros con el veloz desarrollo tecnológico que se está viviendo en un mundo casi totalmente globalizado por las tecnologías digitales.