Una larga historia de Escuadrones de la Muerte en Guatemala

No hace mucho tiempo en Guatemala se vivía con temor a salir a la calle y nunca regresar. Las desapariciones eran realizadas con las venia del Gobierno para eliminar a sus opositores y regresar a esas épocas es algo que debemos impedir. La primera acción a hacer para no cometer los mismos errores del pasado es recordar.

El ejército guatemalteco mantuvo registros detallados de las operaciones de su escuadrón de la muerte (ver links más adelante), según ha sido documentado por grupos de derechos humanos e informes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. Entre los registros que ahora tenemos, revelan el destino que dio el ejército a decenas de ciudadanos guatemaltecos que fueron “desaparecidos” por las fuerzas de seguridad a mediados de los años ochenta. En las bibliotecas digitales tenemos ya los reportes de fotografías y cientos de víctimas y referencias codificadas de la manera en que fueron realizadas sus ejecuciones sumarias. La fuente central de la información llega a nosotros de un documento de 54 páginas que fue sacado de contrabando de los archivos de inteligencia del ejército guatemalteco y entregado a los defensores de los derechos humanos en los años 90s, solo dos días antes de que una comisión de la verdad patrocinada por la ONU publicara su informe sobre la sangrienta Guerra Civil de 36 años del país.

El libro de registro cubre la actividad de los escuadrones de la muerte de las unidades de inteligencia guatemaltecas durante un período de 18 meses entre agosto de 1983 y marzo de 1985. Un extracto de dos páginas aparece en la edición de junio de 1999 de Harper’s Magazine. Según explicaban en una nota de prensa de la época y en el mismo artículo explicaban que,

“Este escalofriante documento es el equivalente del escuadrón de la muerte de un informe anual de productividad, una cuenta del interior de los archivos secretos de la máquina de matar de Guatemala”, dijo Kate Doyle, analista de la política de Estados Unidos en América Latina y directora del Proyecto de Guatemala en Seguridad Nacional.  “Es absolutamente único: un raro atisbo de asesinato político organizado desde la perspectiva de los perpetradores que lo cometieron”.

A lo largo de la guerra, el ejército guatemalteco utilizó el secuestro, la tortura y el asesinato en su campaña de contrainsurgencia contra la izquierda guatemalteca. Para cuando el gobierno y las guerrillas firmaron el Acuerdo de Paz en 1996, unas 200,000 personas habían muerto y más de 40,000 “desaparecidos” que probablemente fueron asesinados y lanzados a fosas o incinerados; de este número de muertos y desaparecidos, al menos un 93% estuvo en manos de las fuerzas de seguridad guatemaltecas tanto oficiales como extraoficiales, según explica el libro publicado por el difunto Monseñor Gerardi “Guatemala: Memoria del silencio”, del Informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico.

Exhumación en San Juan Comalapa, Guatemala

Luego de la publicación de estos informes se solicitó en los años 90s que el gobierno de Guatemala investigase los delitos detallados en el documento, e identificara y enjuiciara a los responsables. También pidieron al entonces Presidente Álvaro Arzú que tomara medidas inmediatas para proteger los archivos de los servicios militares y de inteligencia para evitar la destrucción de otras pruebas críticas que pudiesen existir sobre los delitos contra los derechos humanos. Ambas acciones nunca fueron realizadas y muchos desaparecidos en los años 80s siguen sin Justicia.

Hoy, los guatemaltecos estamos enfrentando acusaciones de un escuadrón de la muerte organizado desde el gobierno 20 años después de los escuadrones del ejército durante el conflicto armado. Los contextos son distintos pero los resultados son los mismos: violación de los derechos humanos de los guatemaltecos por personas con el apoyo del Gobierno de turno. 

No debemos subestimar la frustración en Latinoamérica con la creciente Corrupción y no debemos subestimar la tolerancia actual a las soluciones tiránicas de gobiernos de “mano  dura” que prometen soluciones enérgicas para problemas intratables. Aprendamos de los errores de nuestra historia que estas acciones solamente sirven para destruir nuestro tejido social y violar los derechos humanos de todos nosotros.

Los gobiernos autoritarios nos han ofrecido intercambiar nuestras libertades individuales y el Estado de Derecho por una mayor seguridad personal y social. La verdad es que esto ha sido un gran engaño y nos han dañado por generaciones. Cuando un gobierno declara que es aceptable matar a sus ciudadanos sin el debido proceso o, en realidad, cualquier proceso, la indignación debió y debería de ser inmediata y clara; sin embargo, en Guatemala por muchas ocasiones nos hemos quedado mudos. La historia de Guatemala ha estado plagada por la violencia política y con el tiempo se ha transformado en violencia de clase. A pesar de la mayoría de los gobiernos formalmente democráticos, el “legado del autoritarismo” persiste y la presencia de “actores armados” prevalece como resultado de una larga historia de violencia. La violencia experimentada en nuestro país ha provocado una erosión del capital social y nos ha sumido en desconfianza social, falta de unidad y miedo. Aún estamos a tiempo de cambiar de rumbo.

Libertarios, sí hubo genocidio

Simone Dalmasso
foto: Simone Dalmasso

El presente artículo busca conversar con un grupo específico de personas: libertarios y/o simpatizantes con las ideas libertarias que han tomado una postura pública en defensa de los generales  acusados de los delitos de genocidio y crímenes de lesa humanidad durante los años 1982-83 en Guatemala quienes no han dicho, tambiény con el mismo peso en sus opiniones que exigen se haga justicia por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra civiles durante el gobierno de facto de estos militares y por los crímenes cometidos durante los 36 años de conflicto armado por el ejército y la guerrilla. En especial, ahora que se ha vuelto a confirmar que en Guatemala hubo genocidio del pueblo Ixil (lea más sobre el caso “Justicia a medias para el pueblo ixil: sí hubo genocidio, pero no hay culpables“.

Es con estas personas con quienes me gustaría conversar por unos instantes para presentarles mis puntos en contra de la actitud equivocada que han tomado al defender a estos políticos, empresarios y ex-militares acusados de crímenes de lesa humanidad.  Espero que luego de esta conversación encontremos puntos en común y ustedes puedan re direccionar sus energías a defender ideas y valores más importantes que los que hasta ahora han realizado.

Empiezo con un poco de contexto,

Ríos Montt y otros militares son acusados del delito de genocidio y crímenes de lesa humanidad mientras gobernaron el país.  Ríos Montt y otros militares implementaron y continuaron con estrategias militares en la lucha contra guerrilleros insurgentes en distintas regiones del país. Según la evidencia existente, las estrategias implementadas por estos militares  fueron planes militares que resultaron en actos de genocidio. Tal y como ellos han aceptado en sus declaraciones, las decisiones de estos militares eran eliminar la amenaza guerrillera que vivía escondida en las montañas selváticas en Guatemala y que amenazaba su poder en el control del uso de facto y amenaza de facto de la fuerza del Estado guatemalteco que recién habían capturado por un golpe de estado.

El genocidio es un delito internacional que comprende “cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal; estos actos comprenden la matanza de miembros del grupo, lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.” (via: Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, 1998-2002 y la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948).  La legislación guatemalteca incluye pena de prisión de 30 a 50 años para los culpables de estos delitos.

En su mayoría, los negacionistas afirman que los actos militares durante el conflicto armado respondieron a prácticas de guerra necesarias para evitar el avance del comunismo en el país.  el artículo de Luis Figueroa presenta que “la lucha de los guatemaltecos contra la guerrilla, no fue genocidio.  El genocidio exige ciertos parámetros.”  Parámetros que según la lectura que realizó el autor no fueron la fuente de los actos cometidos por la jerarquía militar durante el conflicto armado, pues su intención era la de detener el avance del comunismo y no el eliminar a un grupo nacional, étnico, racial o religioso específico según establece la Convención de Ginebra de 1948 en la que se define el genocidio como,

“cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

a) Matanza de miembros del grupo;

b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;

c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;

e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.”

Los insurgentes fueron civiles guatemaltecos y extranjeros que se sublevaron y armaron para luchar contra el ejército en la búsqueda de promover el  colapso y caída del gobierno guatemalteco desde que tomaron las armas en 1960.  En aras de alcanzar este fin, los guerrilleros emplearon actos terroristas y se refugiaron en la selva del departamento de Quiché durante gran parte del conflicto armado.  Este mismo territorio era habitado desde cientos de años atrás, por grupos indígenas Uspantekos, Ixiles, Sacapultecos, Quiché, entre otros.  Aprovechándose de estos grupos indígenas; la guerrilla los manipuló y utilizó como escudos humanos y fuente de provisiones.  El ejército que buscaba eliminar la amenaza insurgente en la década de los 70s empezó a implementar estrategias militares en contra de la guerrilla y en contra de (y a pesar de) civiles que habitaban los pueblos, caseríos, aldeas y laderas de esta región aislada del país con tal de derrotarlos.  Entre las estrategias documentadas que fueron implementadas por estos militares (y también por otros militares en el poder en gobiernos anteriores) se encuentran masacres, asesinatos, torturas y violaciones en contra de hombres, mujeres y niños que habitaban en la región antes mencionada cometiendo así crímenes de lesa humanidad.  La guerrilla también implementó estrategias en contra de las poblaciones de civiles en esa región y también hay evidencias de crímenes de lesa humanidad cometidos por estos actores.

Brevemente he intentado mencionar un contexto relevante para continuar esta conversación con usted lector libertario y/o simpatizante con las ideas libertarias.

Ahora, me gustaría explicarle por qué está usted cometiendo un grave error al tomar una postura en favor de estos militares al decir o escribir que estos militares no cometieron genocidio y no mencionar y exigir, TAMBIEN, que estos militares pueden y deben ser acusados de los crímenes de lesa humanidad cometidos contra cientos (o miles) de miembros mestizos y de distintas etnias indígenas en el departamento de Quiché durante los años 1982-83 de los cuales se han presentado y recabado evidencias y testimonio orales de sobrevivientes.

Creo que usted libertario está cometiendo un terrible error al dar más valor a la libertad de estos acusados debido a que según usted no hay evidencias suficientes de las acusaciones de genocidio.  Comprendo que para usted libertario, el valor de la libertad individual sea el valor supremo y que, el mismo, esté por encima de otros valores.  Sin embargo, yo creo que la libertad individual no es el valor supremo puesto que ese valor es la vida humana y al defender la libertad de estos militares acusados usted como líder de opinión amante de las ideas de la libertad está fallándonos.

El valor supremo es en mi opinión la vida feliz.  La vida, como valor supremo del individuo es el único valor que, teniéndolo, le permite al hombre buscar otros valores (incluyendo la libertad). La vida es el punto de origen desde el cual se deriva el concepto de valor mismo.  Sin esta no podemos valorar y buscar fines.  La vida es necesaria para que el individuo decida actuar en busca de la felicidad como propósito moral supremo.  Y note que menciono la vida feliz y no la vida infeliz.  Porque solamente la vida en búsqueda de la felicidad es la vida moral.  Cuando vivimos sin buscar la felicidad (cuando actuamos dañando, atentando o lastimando nuestra vida física y emocional) estamos desperdiciando nuestra vida y estamos actuando en contra de ella.  De la misma manera, cuando el sistema de gobierno en el que vivimos deja de proteger y velar por que todos los ciudadanos vivamos una vida feliz y empieza a utilizar y fomentar acciones que atentan contra la vida de sus miembros este gobierno está actuando en contra del valor supremo de la vida feliz del colectivo de ciudadanos que gobierna.  Note que menciono el colectivo de  ciudadanos que es gobernado debido a que estos ciudadanos son miembros voluntarios (e involuntario y a veces incluso no enterados) de una agrupación, de una sociedad civil, de un pueblo, de una nación, de un estado desde el momento en que conscientemente se asientan, votan, opinan o critican los actos de los gobernantes.

Así, en el sistema de gobierno militar que se impuso sobre la vida de civiles guatemaltecos durante el gobierno de facto de Ríos Montt, las acciones que este dictador y su cúpula de mando tomaron en contra de los civiles (incluyendo los civiles insurgentes) fueron todos y cada uno, actos criminales que deben ser juzgados con todo el peso de nuestras leyes vigentes.  El Tribunal B de Mayor Riesgo señaló que el alto mando del Ejército deRíos Montt que gobernó el país de marzo de 1982 a julio de 1983 sí tuvo la intención de exterminar a los habitantes de tres comunidades mayas.

Luego de que Ríos Montt diera un golpe de Estado y capturara el gobierno del país, el Presidente de facto suspendió la vigencia de la Constitución, vulneró la legitimidad institucional del Estado guatemalteco, e implementó la violencia y la amenaza de violencia para reemplazar al gobierno civil y electo democráticamente, por un gobierno militar dictatorial.  Todas las estrategias que este militar y su grupo de mando tomaron durante su gobierno en contra de la guerrilla fueron, por lo tanto, actos en contra de civiles que pueden y deben ser entendidos como crímenes de lesa humanidad. Para acabar con la insurgencia el Ejército atacó a la población civil que la apoyaba. A la región ixil llegaron los pelotones con bombas, aviones y armas de alto impacto. Además, cuando el Ejército descubrió que volvían a sus casas cada vez que la tropa se retiraba, resolvieron quemarles las casas, las cosechas, matar a los animales o comérselos.

En este sistema de gobierno dictatorial establecido por el dictador Efraín Ríos Montt durante los años 1982-83 la libertad de todos los ciudadanos fue coartada y limitada por el golpe de estado.  Pero más importante aún fue que la vida de todos los ciudadanos fuera sujeto de la amenaza del uso de la fuerza por el gobierno golpista.

Según explican con más detalle en el artículo de Plaza Pública,

Los que huían eran tachados de subversivos. Los que se quedaban debían concentrarse, someterse al dominio militar sin derecho a movilizarse para buscar empleo en otras comunidades. A los que se rindieron se les obligó a convertirse en patrulleros para vigilar y delatar a sus propios vecinos. Los obligaron a quemar los cultivos de maíz para impedir que los que huían tuvieran un medio de sobrevivencia.

Los que huyeron a la montaña murieron de inanición, reconoció el tribunal. Los sobrevivientes sufren hoy las consecuencias de los padecimientos. “Solo el Señor sabe cómo sobrevivieron a todo esto” reflexionaba la jueza María Eugenia Castellanos.

Aún está usted a tiempo de ser un agente de cambio positivo.  Aún estamos a tiempo de hacer justicia por los verdaderos y más importantes valores.  Ya no estamos a tiempo de llevar a la justicia a los culpables de terribles crímenes pues fallecieron impunes. Sin embargo, estamos a tiempo de empezar a construir un mejor futuro para nuestro país educando a nuestros jóvenes sobre la historia de Guatemala y los errores y crímenes cometidos por nuestros líderes.

La historia del genocidio perpetrado en Guatemala no pertenece solamente al pasado. Es una historia viva, que nos concierne a todos, cualesquiera que sean nuestras
distintas procedencias, culturas o religiones. Queda en nosotros extraer enseñanzas del pasado para construir un mejor futuro para los guatemaltecos.

El censo bajo un lente libertario

guatemaltecosLa importancia de un censo para la construcción del Estado es tan importante como conocer la mezcla necesaria de cemento para construir las columnas de una casa fuerte y sólida. Si usas muy poco cemento en tu mezcla, lo más probable es que la estructura colapse. Si usas demasiada materia prima, terminarás desperdiciando recursos que muy bien podrías utilizar para construir en otros lados o ampliar el terreno de la casa.

Durante siglos, el censar a la población ha sido una herramienta fundamental para la construcción del Estado. No solo sirve para tomar decisiones inmediatas y establecer planes a mediano y largo plazo, sino que también sirve para replantear la aplicabilidad de la teoría e identificar cómo diversos y múltiples factores de la conducta humana hacen de unos países ricos y otros pobres.

Para Guatemala, la actualización del censo poblacional tendrá muchos beneficios y oportunidades de mejora. Así como amenazas del abuso de esa valiosa información que podría darse de caer en malas manos. Algunos ataques libertarios y anarquistas se han hecho escuchar ya explicando que el censo solamente fortalecerá el tamaño del Estado para crecer y extraer recursos. Sin duda, un censo fortalece a un Estado pues le da más herramientas para crecer en números donde el Estado era ausente. Sin embargo, hay muchos otros beneficios tales como el aumento de la eficiencia y eficacia del trabajo estatal y el gasto del erario. Mi invitación a las personas partícipes del liberalismo clásico es a que se fijen no en el crecimiento del Estado post-censal sino en su fortalecimiento y en cómo estos datos eficientizarían la toma de decisiones públicas. El reto que nos queda está en la elección de los políticos y en los usos que de esa información los mismos harán.

Elaborando con el lente de la teoría de la Opción Pública, el censo nos será de utilidad para interpretar las fallas que ocurren en el terreno político actual. Y tal y como lo explica muy bien la teoría, en lugar de sugerir lo que debería ser, en base a evidencias realizar un diagnóstico desapasionado para actuar. Este análisis utiliza al censo para que, con base en una cuidadosa observación y análisis de las acciones de los distintos actores políticos, se tomen decisiones de forma democrática y participativa para todos los actores políticos.

Algunos de los beneficios que nos dará este censo en Guatemala son:

  • Establecer la densidad de población y permitirá al gobierno conocer las áreas con un número grande o pequeño de personas. De especial importancia es esta información para situaciones de crisis como las ocurridas recientemente en el volcán de Fuego donde al día de hoy el Estado no conoce con exactitud la cantidad de muertos y desaparecidos.
  • Determinar el número de guatemaltecos y guatemaltecas con mano de obra disponible en un momento determinado y en un área determinada del país para identificar zonas de desarrollo agrícola, industrial o manufacturero.
  • Proveer de un sistema de atención de salud eficaz con el número de doctores y hospitales y centros de salud requeridos para las poblaciones en territorios determinados.
  • Proveedor de un sistema de educación eficaz basado en un buen conocimiento de la diversidad de la población de nuestro país.
  • Reconocer el número total de personas por su etnia, edad, ocupación, distribución geográfica. El Reconocimiento de las poblaciones es importante para conocer sus necesidades y fortalecer la presencia del Estado de acuerdo con estos grupos culturales. Desafortunadamente, en este censo no se incluye el de identidad sexual y dejamos a una importante población fuera de ser reconocida.
  • Realizar una mejor planificación económica y de desarrollo a mediano y largo plazo requiere de cifras que solo se consiguen en censos poblacionales.
  • A través del censo, el gobierno podrá saber el número de adultos imponibles y esto ayudará en gran medida a la estimación de los ingresos esperados anualmente. Además, le permitirá al gobierno conocer el tamaño real de la economía formal e informal y los territorios donde esta brecha puede reducirse.

El aspecto más importante en cualquier sociedad es el capital humano. El censo es importante porque este proceso ayuda a compilar un perfil numérico de quiénes somos “Guatemala”. Esto, a su vez, informa la toma de decisiones en todos los niveles, tanto en el gobierno como en el sector privado. Recordando al célebre Henry Hazlitt, es cierto que el gobierno es incapaz de darnos algo sin despojarnos de algo más y para esto el censo se convierte en una valiosa herramienta de aumento de eficiencia y eficacia. Quedará en nuestras manos que, como ciudadanos educados con esta valiosa información, presionemos e induzcamos a los políticos a actuar en pro de la maximización del bienestar colectivo.

Book Review: La Limpieza Étnica de Palestina

Israel-and-Palestine-flagsHace unos días finalicé con el libro “The Ethnic Cleansing of Palestine” del historiador israelí Ilan Pappe. La obra es una fenomenal exposición histórica del proceso de limpieza étnica realizada por judíos de origen europeo y ruso-asiáticos después de la Segunda Guerra Mundial contra los habitantes nativos que actualmente viven en Palestina.

El historiador es muy académico en su análisis y no se cuestiona la justificación de creación de un Estado para la población de origen judío y en la obra se presentan argumentos válidos por los cuales ese Estado muy bien pudo haber sido creado en otros territorios donde se hubiese podido evitar las guerras y muertes innecesarias.

En especial, la obra cuestiona las fallas del polilogismo nacionalista del grupo sionista, el robo, el encarcelamiento, el racismo y discriminación que, junto a la inmensa lista de desapariciones y asesinatos, continúan hasta la actualidad.

El autor es muy elocuente en combatir la resistencia irracional de muchas personas a abandonar los cuentos de hadas sionistas que victimizan a un pueblo y condenan a otro.  Además, cuestiona críticamente paradigmas tales como la negación de la existencia del pueblo palestino, la desposesión ejercida por los primeros colonizadores judíos procedentes de Europa y Rusia y el impacto que han tenido los Campamentos y asentamientos sobre las poblaciones palestinas, entre otros temas.

Es importante leer y entender este libro, así como saber cuál es la agenda de los gobiernos y empresarios que apoyan el envío de dinero a la lucha por defender un Estado que en repetidas ocasiones ha violado los acuerdos internacionales.

Lean más:

Jimmy está desnudo

Vivió en una república bananera un presidente tan, pero tan aficionado a la ropa, que gastaba todo el dinero del pueblo en trajes, tenis y lentes de diseñador nuevos. Cuando inspeccionaba las tropas, cuando iba al teatro o cuando andaba de paseo, su único afán era mostrar sus nuevos vestidos y chilerearlos como nunca había podido hacer con el dinero propio. Se cambiaba a cada rato y así como suele decirse que el presidente “está en el Consejo”, de él decían “El presidente está en el clóset”.

La ciudad de Guatemala era una ciudad llena de alegría gracias a los muchos extranjeros que la visitaban desde que la comunidad internacional había elegido este país como un lugar para desarrollar sus proyectos de desarrollo e inversión. Un día llegaron dos tramposos haciéndose pasar por diseñadores de modas evangélicos y proclamando que sabían tejer la más bella tela del mundo. Los colores y los diseños eran de gran hermosura, pero además de eso, los trajes confeccionados con esa tela tenían una maravillosa virtud: eran invisibles para los que no desempeñaban bien sus cargos o carecían de inteligencia. —Esa ropa no tiene precio —reflexionó el presidente—; con ella podré distinguir a los amigos de mi gobierno y a los socialistas y terroristas que trabajan con la CICIG. Sí, necesito sin falta esa tela. Así que adelantó a los “diseñadores” una considerable cantidad de quetzales que le pidió a la SAAS para que comenzaran a trabajar de inmediato.

Los supuestos diseñadores armaron telares y fingieron que tejían, aunque las bobinas estaban absolutamente vacías. Pedían más y más seda fina y oro más fino todavía, y todo iba a dar a sus bolsillos mientras trabajaban hasta altas horas de la noche en sus desocupados telares. —De alguna forma tengo que saber qué han hecho — dijo el presidente. Se le encogía el corazón al pensar que los tontos y los incapaces no verían la tela… No es que dudara de sí mismo, pero estimó preferible mandar a alguien para que examinara el trabajo antes que él. Los habitantes de la ciudad sabían que la tela tenía una maravillosa virtud, y ardían de impaciencia por ver hasta qué punto sus vecinos eran tontos o incapaces. —Enviaré a mi buen ministro de economía —pensó el presidente— a visitar a los diseñadores. Nadie mejor calificado que él para juzgar la tela: se distingue por lo inteligente y por lo capaz. El honrado y siempre bien vestido ministro entró al taller donde los dos impostores trabajaban en sus telares vacíos. —¡Dios! —pensó, abriendo los ojos de par en par—, no veo nada. Sin embargo prefirió no decir ni una sola palabra.

Los diseñadores lo invitaron a acercarse y para que pudiere admirar el fino diseño y los maravillosos colores de la tela. Le mostraban los telares vacíos y el pobre ministro abría los ojos sin poder ver cosa alguna, sencillamente porque no había nada. —¡Dios mío! —pensó—, ¿seré un incapaz? No me atrevo a confesar que la tela es invisible para mí. —¡Bueno! ¿Qué opina? —le dijo uno de los tejedores. —¡Bonito, realmente muy bonito! —contestó, poniéndose los anteojos—. Ese diseño y esos colores…, hermosos. Le diré al presidente que he quedado muy satisfecho. —Lo cual nos causa mucho placer —dijeron los dos diseñadores, mostrándole colores y diseños imaginarios y dándoles nombres apropiados. El ministro puso la mayor atención para luego repetir al presidente una por una las explicaciones.

Los diseñadores tramposos seguían pidiendo más dinero, seda y oro; eran cantidades enormes las que necesitaban para esa tela. Claro que todo iba a parar a sus bolsillos; el telar siempre vacío y ellos trabajando. Después de pasado algún tiempo, el presidente envió otro honrado consejero militar a examinar el tejido y a averiguar si faltaba mucho para terminarlo. Al nuevo delegado le pasó lo mismo que al ministro. Por más que miraba y miraba, nada veía. —¿No es un tejido maravilloso? —preguntaron los dos impostores, explicándole el soberbio diseño y los primorosos colores que no existían. —“¡Pero sin embargo yo no soy un estúpido!” —pensaba el hombre—. “¿Es que no soy capaz de desempeñarme en mi empleo? Raro asunto, pero ya me preocuparé de no perderlo.” Elogió la tela y se deshizo en halagos por el gusto en la elección de los colores y en el diseño. —Nunca he visto una pieza tan magnífica —dijo al presidente, y toda la ciudad habló de la extraordinaria tela. Por último el presidente mismo quiso verla mientras todavía estuviese en el telar. Con selecta comitiva, en la cual iban los dos honestos funcionarios, visitó a los astutos diseñadores que seguían tejiendo, aplicadamente, aunque sin seda, sin oro y sin hilo alguno. —¿No es magnífica? —dijo el ministro de economía.

—Los colores y el diseño son dignos de Vuestra Excelencia —dijo el otro consejero militar. Con el dedo le indicaban el telar vacío, como si hubieran visto allí alguna cosa. —“¿Qué es esto?” —pensó el presidente—; “no veo nada. Qué espanto. ¿Seré tonto, entonces? ¿Incapaz de gobernar? No me podía haber sucedido nada peor…” Pero en voz alta exclamó: —¡Espléndida! Ustedes son testigos de mi satisfacción. Meneó la cabeza como si estuviera de lo más satisfecho y miró el telar sin atreverse a confesar la verdad. Todos los consejeros, ministros y señores importantes que habían en su comitiva hicieron lo mismo, uno tras otro. Aunque no veían nada, repitieron tras el presidente: —¡Es espléndida!— Y llegaron a aconsejarle que vistiera la nueva tela para el primer evento importante que hubiese. —¡Magnífica! ¡Admirable! ¡Hermosa! —exclamaban a coro, y el contento era general, aunque no habían visto nada. Los impostores fueron condecorados y recibieron la medalla “Cruz del Ejército de Guatemala” y que solo se entrega a personas que han puesto en alto el nombre de Guatemala..

La noche anterior al desfile ambos diseñadores se quedaron en pie y trabajando a la luz de dieciséis candelas. Todos veían lo muy ocupados que estaban. Hicieron, por último, como si retirasen la tela del telar, cortaron el aire con grandes tijeras, cosieron con agujas sin hilo y acabaron anunciando que el traje estaba listo. Seguido por sus edecanes, el presidente fue a examinarlo, y los muy pillos, levantando los brazos como si sostuvieran algo en ellos, le dijeron: —Aquí está el pantalón, aquí la chaqueta, aquí la capa. Traje ligero como una tela de araña. No tema que le pese en el cuerpo. Ahí reside la principal ventaja de esta tela. —Es verdad —contestaron los edecanes, que nada veían puesto que nada había. —Si Vuestra Excelencia tiene la bondad de desnudarse, probaremos el traje ante el gran espejo. El presidente se sacó la ropa y los bribones hicieron como si le fueran pasando una a una las nuevas prendas. Finalmente le sujetaron la larga capa que dos ministros lamebotas debían sostener. Él se volvió hacia el espejo y se miró de un lado y del otro. —¡Por Dios! ¡Qué bien le queda! ¡Qué hechura más elegante! —exclamaron al mismo tiempo todos los burócratas. —¡Qué diseño! ¡Qué colores! ¡Qué traje tan magnífico!

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El día del defile llegó y la reunión se llevó a cabo en el Congreso de la Republica.  La reunión inició cuando el Presidente del Congreso dio la bienvenida a todos los presentes. —El toldo de Vuestra Excelencia espera en la puerta para ingresar al Pleno del Congreso. —¡Bien! Estoy listo —contestó el presidente—. Creo que el traje no me sienta demasiado mal. Volvió a mirarse en el espejo, para gozar con su esplendor. Los chambelanes encargados de llevar la cola hicieron como que levantaban algo del suelo; y lo alzaron entre las manos, sin querer admitir que no veían absolutamente nada. El emperador marchaba ufano por el desfile bajo su magnífico palio. Toda la gente de la ciudad había salido a la calle o miraba por los balcones y ventanas. Y decían: —¡Qué traje más regio! ¡Qué cola tan adorable! ¡Qué caída perfecta! Nadie reconocía la verdad temiendo ser tildado de tonto o de incapaz para desempeñarse en su empleo. Así que nunca ningún traje del presidente alcanzó tales niveles de admiración.

—Me parece que va sin ropa —observó un niñito que estaba sentado en el palco del Cuerpo Diplomático. —¡Señor, es la voz de la inocencia! —lo excusó el padre que era un embajador europeo. Pero pronto se elevaron murmullos repitiendo las palabras del niño. —¡Un niñito dijo que el presidente no llevaba ninguna ropa! —¡No lleva ropa! —gritó por fin el pueblo. El presidente se sintió extremadamente mortificado, pues creía que estaban en lo cierto. Pero tras una reflexión, decidió lo siguiente: —Pase lo que pase, ¡debo permanecer así hasta el final! Se irguió con más orgullo aún y sus chambelanes siguieron llevándole la cola que no existía.

FIN


Esta es una adaptación de la fábula original de “El traje nuevo del Emperador” escrita por el escritor danés Hans Christian Andersen.