Los satélites en la resiliencia climática de Guatemala y del sur global

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En Guatemala y en el resto del sur global, donde la pobreza es aún mayor, la vulnerabilidad climática será más pronunciada, y los gobiernos enfrentarán desafíos aún más complejos. Afortunadamente, la tecnología es uno de los principales aliados que nuestros países tienen, y el rápido desarrollo de los sistemas satelitales es una herramienta invaluable y accesible para todos de forma gratuita. La información satelital ofrece soluciones prometedoras para mitigar los impactos del cambio climático y permitirá a los gobiernos y empresas privadas adoptar prácticas más sostenibles, mejorar la preparación ante desastres y optimizar la gestión de recursos.

Ejemplo del uso de satélites para la medición del nivel potencial de pobreza en base a la electrificación (artículo en el journal Science)

Debido a que el cambio climático aumentará la pobreza y la inseguridad alimentaria, además de incrementar los daños a la infraestructura como indicaron en un estudio reciente (ver artículo) Adrien Bilal de Harvard y Diego R. Känzig de la Universidad de Northwestern el uso de tecnologías satelitales será muy valiosa para prevenir y mapear futuros incendios forestales, deforestación ilegal, identificación de zonas vulnerables a desastres naturales y a potenciales eventos climáticos extremos.

El uso satelital en la agricultura es una de los principales aportes que esta tecnología tiene para combatir el cambio climático. La agricultura es la piedra angular la economía de Guatemala y es muy susceptible al cambio climático. Al 2021, más del 29% de la población ocupada se dedicaba a la agricultura según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos -ENEI- y después del comercio y la industria, el 10% del PIB era generado por el sector agrícola de acuerdo al Banco de Guatemala -BANGUAT-. Ante esta importante industria, los mapas satelitales permitirán proporcionar datos críticos que ayuden a los agricultores a tomar decisiones informadas.

Científicos de la industria del azúcar en Guatemala utilizan herramientas tecnológicas para investigaciones sobre niveles de fertilización y nutrición vegetal, riego, agricultura de precisión, entre otros. En el ámbito de la agricultura de precisión, se utilizan imágenes de satélite de la Agencia Espacial Europea y de la NASA para controlar la humedad y determinar la madurez de la caña para la cosecha consiguiendo que la industria guatemalteca utilice 47% menos agua que el promedio industrial global.

Por ejemplo, ls imágenes satelitales con acceso gratuito de resoluciones cada vez mayores permitirán monitorear la salud de los cultivos, la humedad del suelo y los patrones climáticos en tiempo real ayudando a reducir el uso de agua, abonos y pesticidas de los cultivos como ya se utiliza en industrias clave del país como el azúcar, el café o la palma. Esta información permite a los agroempresarios optimizar el riego generar mayores rendimientos y reduce la huella ecológica de las actividades agrícolas.

Guatemala es mucho más vulnerable a los desastres naturales que el resto de países con mayores ingresos y mejores condiciones económicas. Con la aceleración del calentamiento global, desastres naturales son cada vez más frecuentes y cada vez más graves. Los mapas satelitales desempeñarán un papel crucial en la preparación y respuesta ante desastres ofreciendo información adelantada y más precisa para mapear la trayectoria de huracanes o la duración de inundaciones y sequías. Esta información será de muchísima utilidad para alimentar los sistemas de alerta temprana de instituciones como CONRED, permitiendo contar con información que permita al gobierno tomar decisiones críticas sobre evacuaciones o zonas de albergues temporales. Las imágenes satelitales posteriores al desastre ayudarán a evaluar de mejor manera y con mayor precisión los daños y coordinar los esfuerzos de socorro y de reconstrucción para evitar realizar inversiones en puentes y carreteras sobre territorios que quedarán en zonas altamente vulnerables de futuros desastres.

Los incendios forestales en 2024 fueron identificados por el sistema de Emergencias Copernicus de la Unión Europea (UE) y se identificaron focos de incendio potenciales a ser detenidos antes de su crecimiento

La deforestación es un importante contribuyente al cambio climático, particularmente en las regiones en desarrollo con una extensa cubierta forestal. Los mapas satelitales ofrecen una poderosa herramienta para monitorear la deforestación en tiempo real. Pueden detectar actividades de tala ilegal, rastrear cambios en la cubierta forestal y proporcionar datos para hacer cumplir las regulaciones ambientales. Además, la tecnología satelital apoya los esfuerzos de reforestación al identificar áreas adecuadas para plantar y monitorear el crecimiento de nuevos bosques. Esto ayuda a garantizar que los proyectos de reforestación sean exitosos y contribuyan al secuestro de carbono, la conservación de la biodiversidad y la restauración de los ecosistemas.

La escasez de agua es un problema apremiante en muchas economías en desarrollo, exacerbado por el cambio climático. Los mapas satelitales son fundamentales para gestionar los recursos hídricos de manera más eficaz. Pueden monitorear los niveles de ríos, lagos y embalses, rastrear cambios en el agua subterránea y evaluar los impactos de las sequías. Al proporcionar una visión integral de los recursos hídricos, la tecnología satelital permite una mejor planificación y gestión. Los gobiernos y las comunidades pueden implementar medidas para conservar el agua, asignarla de manera más eficiente y desarrollar estrategias para hacer frente a la escasez de agua. Esto es crucial para garantizar la seguridad hídrica y apoyar el desarrollo sostenible.

Los satélites también pueden ser utilizados para medir la disponibilidad de los recursos hídricos. En la imagen se observa el estudio de USAC CEUR con la identificación de zonas de la ciudad de Guatemala con escasez de agua. (link a artículo)

La urbanización está aumentando rápidamente en las economías en desarrollo, lo que a menudo conduce a un crecimiento no planificado e insostenible. Los mapas satelitales ofrecen información detallada que puede guiar la planificación y el desarrollo urbano. Proporcionan datos sobre el uso de la tierra, la infraestructura, la densidad de población y las condiciones ambientales. Con esta información, los planificadores urbanos pueden diseñar ciudades que sean más resilientes al cambio climático. Pueden incorporar espacios verdes, mejorar la gestión de residuos y mejorar los sistemas de transporte público para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El desarrollo urbano sostenible no sólo mitiga los impactos del cambio climático sino que también mejora la calidad de vida de los residentes.

La transición a las energías renovables es esencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Los mapas satelitales son invaluables para identificar ubicaciones óptimas para proyectos de energía renovable como la solar, la eólica y la hidroeléctrica. Pueden evaluar factores como la radiación solar, los patrones del viento y el flujo de agua para determinar los mejores sitios para la generación de energía. Al facilitar el desarrollo de energías renovables, la tecnología satelital ayuda a las economías en desarrollo a reducir su dependencia de los combustibles fósiles, reducir las emisiones de carbono y lograr la seguridad energética. Esta transición apoya el desarrollo sostenible y mitiga los impactos del cambio climático.

El Costo del Calor, ¿cómo el cambio climático afectará la economía global y amenaza la paz mundial?

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Hace unos días fue publicado el artículo de Adrien Bilal de Harvard y Diego R. Känzig de la Universidad de Northwestern analizando el impacto de los cambios globales de temperatura en la actividad económica y su impacto en el crecimiento del PIB per cápita. Este importantísimo artículo ha sido publicado justamente en una fecha muy lamentable para el estudio del cambio climático antropogénico dado que, a partir del 1 de junio de 2024, la media móvil de 365 días de la temperatura de la superficie global alcanzó 1,63°C por encima de la línea de base preindustrial de 1850-1900. Ante esta situación, los expertos están actualizando todos sus indicadores debido al rápido incremento de la temperatura global que está alterando todos los modelos de proyección. A esta crítica situación de valores atípicos, se suma que la anomalía diaria vuelve a superar los 1,7°C.

En el estudio, “The Macroeconomic Impact of Climate Change: Global vs. Local Temperature(link al PDF) Bilal y Kännzig exploran las diferencias entre los efectos de la temperatura global y la temperatura local, destacando cómo estos choques climáticos afectan tanto la productividad como la depreciación del capital, impactando a los países ricos y pobres por igual, aunque de manera exponencialmente más fuerte en los países pobres.

Los investigadores descubrieron que un aumento de 1°Celsius en la temperatura global conduce a una disminución del 12% en el producto interno bruto (PIB) mundial (equivalente casi al PIB de China al 2023), este dato es una estimación mucho más alta que la de análisis anteriores. El mundo ya se ha calentado más de 1°Celsius desde la época preindustrial, y muchos científicos del clima predicen que se producirá un aumento de 3°Celsius para finales de este siglo. La causa de esta aceleración del calentamiento radica en que la quema de combustibles fósiles e industrialización se mantendrá incrementando. El anterior, es un escenario que, según el nuevo documento de trabajo tendrá un costo económico enorme.

El estudio evalúa las consecuencias del cambio climático en el bienestar general y en el costo social del carbono. Bilal y Känzig sostienen que sus resultados indican un costo social del carbono (SCC) de $1,056 por tonelada de CO2 y una pérdida de bienestar del 31% en un escenario de calentamiento moderado. Esto es comparable a los efectos de una guerra perpetua en el mundo.

Estos hallazgos subrayan que el cambio climático no solo es una amenaza significativa para la economía mundial, sino que también tiene implicaciones importantes para la política de descarbonización. Bilal y Känzig destacan que muchas intervenciones de descarbonización tienen un costo que varía entre $27 y $95 por tonelada de CO2 eliminada que también confirma el estudio “Implicaciones económicas de las disposiciones climáticas de la Ley de Reducción de la Inflación” realizado por Bistline et al. en 2023.

La recomendación de los autores enfatiza en la importancia de entender estos efectos para poder desarrollar políticas eficaces que mitiguen el impacto económico del cambio climático y promuevan un crecimiento sostenible que evite los conflictos bélicos.

El cambio climático, al alterar los patrones climáticos y reducir la disponibilidad de recursos naturales esenciales como agua y tierras cultivables, puede exacerbar tensiones sociales y económicas, incrementando la probabilidad de conflictos armados. Las poblaciones afectadas por sequías prolongadas, inundaciones y otros eventos extremos pueden verse forzadas a migrar, generando competencia por recursos escasos en las áreas receptoras y potenciales enfrentamientos. Para detener esta trayectoria hacia la conflictividad, es crucial implementar políticas globales y regionales de manejo sostenible de recursos, promover la cooperación internacional para la adaptación climática y la resiliencia comunitaria, e invertir en tecnologías y prácticas agrícolas sostenibles que optimicen el uso de los recursos naturales. Además, fomentar la descarbonización de las economías y el uso de energías renovables reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero, mitigando así los impactos más severos del cambio climático.

Aumento de temperatura y resiliencia urbana

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Mucho se ha hablado en las últimas semanas del incremento de la temperatura de los océanos y del planeta en general (ver noticia). Esta preocupación no ha sido para menos ya que un calentamiento superior a los 1.5 °C amenazaría con destruir una gran cantidad de los arrecifes de coral del planeta y causaría pérdidas de las cuales no habría un punto de retorno a las condiciones actuales de nuestros océanos. Como consecuencia, este calentamiento impactará en el derretimiento de los polos y tendría impactos directos en los cambios de las temporadas de lluvia y sequía y también afectaría las condiciones e intensidad de los ciclones y huracanes.  

Ante esta situación, implementar acciones de resiliencia climática implican acelerar acciones para frenar los impactos del cambio climático (más y mayores incendios, sequías, inundaciones, tormentas, entre otros) y evitar que los impactos empeoren en las zonas más pobres y vulnerables del planeta. Cuando hablamos de resiliencia, debemos aspirar a construir una sociedad que tenga las herramientas para enfrentar los cambios climáticos extremos y continuar reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.

Para conseguir la resiliencia, tomemos por ejemplo la temperatura record alcanzada el día de hoy en Europa por arriba de los 40 grados Centígrados y las acciones que una sociedad debe tener a disposición de su población:

  • Cuidado y ampliación de espacios verdes en zonas urbanas.
  • Protección y cultivo de áreas boscosas y prevención de incendios forestales.
  • Construcción de áreas techadas en zonas de alto tránsito peatonal para proteger a la población.
  • Provisión y acceso de agua pública potable para el acceso de la población y campañas educativas de prevención de la deshidratación.
  • Reducción del congestionamiento vehicular y la emisión de gases de efecto invernadero.
  • Protección de las especies de flora y fauna que estén en peligro de extinción y de ser afectadas en zonas locales por el cambio climático.

Como se observar en la siguiente gráfica, el incremento y mantenimiento continúo de temperaturas altas acelera la desertificación de las zonas más pobladas. Como en el caso de Europa de la siguiente gráfica, se proyecta una aceleración del proceso de desertización y extensión del desierto del Sahara hacia las costas europeas del mar Mediterráneo. De continuar este proceso, la escasez de alimentos y agua se incrementará en toda la vertiente mediterránea a lo largo de más de 14 millones de hectáreas del sur, centro y este de Europa. (Fuente: Climate Impacts in Europe, the JRC PESETA II project, 2014. Data from Dosio and Paruolo 2011 and Dosio et al, 2012).

La resiliencia requiere que, como primer paso, aceptemos la realidad en la que nos encontramos con climas cada vez más extremos y movimientos de temperatura en todo el mundo y que afectarán la forma en la que todos los seres vivos sobrevivimos en nuestro planeta. En el caso de América Latina, la resiliencia es aún un tema más complicado debido a que los gobiernos no cuentan con las fuentes de financiamiento de programas nacionales de resiliencia para las industrias agrícolas, la provisión de agua y alimentos a poblaciones vulnerables, control de desertificación, programas de reforestación y protección de especies de flora y fauna en peligro.

Desde 1880 la temperatura global promedio de la Tierra ha aumentado al menos 1,1°Centígrados (1,9 °F) y los incrementos se han acelerado como resultado del consumo de combustibles fósiles por la humanidad. Ante esto, desde las últimas décadas se ha buscado fomentar la innovación en procesos circulares de diseño y transición hacia nuevas industrias que, en línea con los análisis de ciclo de vida de las materias primas, reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.

Según se observa en la siguiente infografía de VisualCapitalist, desde 1979 a la fecha se ha producido la mayor parte del calentamiento global con un aumento de las temperaturas de 0,15 a 0,20 °C por década. Las proyecciones para la década de 2020 a 2029 actualmente están por encima de los 1.5 °C propuestos por el Acuerdo de París y como resultado, los planes de resiliencia para los países en vías de desarrollo y de las economías emergentes requerirán un mayor trabajo para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4) que están siendo creados por industrias en Asia, Europa y Norteamérica principalmente.