El rumbo a la Sostenibilidad de la Organización: desafíos y estrategias para innovar y ser competitivos en el mercado

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En una sociedad latinoamericana altamente competitiva donde el costo de las materias primas y la búsqueda de nuevos mercados ha sido nuestra eterna prioridad, la diferenciación en el mercado y de las marcas se ha vuelto una necesidad cada vez más importante para el mercado conforme los latinos y latinas nos educamos más aprendemos más sobre la urgencia de cambiar nuestro estilo de vida hacia uno más sostenible con el medio ambiente. La creciente llegada a los mercados latinoamericanos de empresas multinacionales con capacidades productivas de escala y la dificultad de establecer contratos a precios competitivos con los grandes productores de materias primas en Asia y Europa, se suman a la compleja toma de decisiones a nivel estratégico que los líderes deben analizar para consolidar el éxito con una visión estratégica de largo plazo.

Con la intensificación de los efectos del cambio climático en las últimas décadas y debido a la mayor preocupación de las nuevas generaciones de consumidores por cambiar sus estilos de vida, la sostenibilidad ambiental y la práctica de estrategias de economía circular se ha vuelto cada vez más importante para las organizaciones que buscan diferenciarse y ser más competitivas. Para atender a los consumidores que somos cada vez más “verdes”, las empresas listas para innovadoras han sido las primeras en reconocer la necesidad de repensar sus productos y servicios, identificar sinergias internas y alinear sus operaciones con prácticas éticas, económicamente circulares y que contribuyan a la neutralidad de huella de carbono como aportes a proteger nuestro medio ambiente. Desafortunadamente, la mayoría de las organizaciones en Latinoamérica aún no se encuentran listas para innovar y establecer estrategias de sostenibilidad en sus estructuras. En estas condiciones, la segmentación estratégica circular y el liderazgo que prioriza la toma de decisiones sostenibles es no solo un paso crucial para replantear las organizaciones, sino que será el determinante del éxito empresarial para continuar siendo competitivos en el mundo globalizado en que vivimos.

A continuación, les comparto algunas lecciones sobre los 10 principales Retos que una Estrategia de Sostenibilidad debe resolver para consolidar la transformación empresarial hacia negocios ciento por ciento circulares y ambientalmente responsables, ofrecer productos y servicios sustentables y asegurar la modernización de sus procesos hacia la búsqueda de ser cada vez más eficientes y amigables con el medio ambiente.

Reto 1 – Revisar la cartera de productos o servicios y analizar su ciclo de vida y el impacto integral
El primer paso para desarrollar una estrategia sostenible es arrancar con un proceso de evaluación de la cartera e identificar cuál de estos productos o servicios tiene los mayores y menores impactos en huella de carbono equivalente (CO2e.) y hacer una evaluación del impacto ambiental (EIA) exhaustiva. Para realizar esto se puede contratar equipo capacitado, utilizar software de análisis y utilizar estudios académicos existentes sobre el tema. Al respecto, estos permitirán identificar si los productos y servicios que se ofrecen son eficientes en términos ambientales o si debe realizarse innovaciones a los mismos en coordinación con los clientes que consumen los mismos. El gran reto de este paso inicial es identificar dónde y cómo se debe cambiar la forma en que se realizan los procesos productivos, las materias primas que se utilizan y los métodos de distribución y transporte con los que se trabaja. La meta es analizar toda la cadena de valor de la empresa para identificar áreas donde el impacto ambiental es mayor y empezar a trabajar en estas áreas. Estos análisis incluirán todo el consumo de recursos, la generación de residuos, las emisiones de carbono y otros indicadores ambientales relevantes.

Reto 2 – Identificar y alinear a las partes interesadas y asignar un equipo de trabajo liderado para coordinar a colaboradores clave
Una estrategia sostenible requiere la colaboración de varias partes interesadas, tanto internas como externas que desde la Alta Dirección han priorizado la transformación de la organización. Para esto, es ideal hacer un benchmark en la industria e identificar cómo y por qué los competidores han creado “centros de innovación” o “centros de sostenibilidad” desde los cuales han creado grupos de trabajo enfocados a la innovación verde de la organización. Este proceso requiere de la participación de trabajadores clave de distintos departamentos (producción – ventas – mercadeo – calidad – entre otros) + Proveedores de Insumos + Clientes + Legislaciones y Actores gubernamentales. Al crear estos grupos de trabajo multidisciplinarios se priorizará la innovación sostenible y la recopilación de ideas urgentes a empezar a trabajar, responder a dudas sobre la capacidad técnica y operativa de implementarlas e identificar qué departamentos deberán realizar mejoras. Muy importante en este proceso es involucrar a los clientes como actores clave para identificar sinergias de compromisos de sostenibilidad tales como metas de ahorro de huella de carbono, metas de Reducción, Eliminación o Reciclaje y facilitar el intercambio de conocimientos y recursos.

Reto 3 – Creación de Metas de Sostenibilidad SMART y Compromisos públicos liderados desde la alta gerencia
La creación de metas de sostenibilidad requieren fundamentalmente de claridad para guiar los consiguientes procesos de segmentación estratégica que se habrán de realizar. Alcanzar la claridad es fácil en papel; sin embargo, es muy usual que estas metas fallen por no ser SMART. Las metas u o objetivos SMART son aquello que deben contar con las siguientes características (Específicos + Medibles + Alcanzables + Relevantes + Tiempos establecidos). Junto a estos indicadores, se debe establecer indicadores para cada uno de los miembros de los equipos internos, indicadores para nuevos desarrollos e innovaciones e indicadores para medir los impactos positivos y negativos versus aquellos productos o servicios que se estarán sustituyendo. Los indicadores más utilizados son huella de carbono equivalente, eficiencia energética y de agua, reducción de desechos y residuos, aumento de reciclabilidad y reducción de tiempo o impactos en la vida de anaquel para industrias de productos perecederos. Respecto a los Compromisos públicos, estos se deben basar en la sumatoria de los objetivos SMART que el equipo ha desarrollado y debe trazar metas a mediano y largo plazo que permitan a la organización demostrar cuánto, cómo y cuándo pretende alcanzar las innovaciones sostenibles.

Reto 4 – Crear una segmentación basada en competitividad, innovación y sostenibilidad
Dónde y qué productos o servicios se priorizarán dependerá de la segmentación y categorías que se establezcan para innovar el negocio en el que se encuentren. Para esto, es imprescindible reconocer que no se podrá innovar en todos los productos o servicios que deseemos debido a que el tiempo, el dinero y los recursos siempre serán limitados; y que, por lo tanto, es necesario priorizar aquellas categorías donde se podrán tener innovaciones más significativas que mejoren la competitividad organizacional. La priorización de estas categorías asegurará un veloz impacto en términos ambientales que contribuirá a que la cultura organizacional también se transforme. Junto a ella, se asegurará también que la viabilidad de las innovaciones se visibilice en el corto plazo y que sean eslabones que permitirán transformaciones más grandes y complejas en el largo plazo. El objetivo de la segmentación es priorizar y determinar qué iniciativas son económicamente viables, sean apreciadas y solicitadas por los clientes y sean positivamente recibidas por los consumidores finales.

Reto 5 – Eficiencia tecnológica e Innovación limpia
El desarrollo de nuevas y más eficientes tecnologías ha permitido a las organizaciones ahorrar energía y acelerar sus procesos productivos. En muchas organizaciones, la norma de los compradores de equipo y maquinaría se dirigía por la directiva “buscar el ahorro de recursos”. Bajo esta dirección, muchos de los compradores ignoraban si los equipos ahorraban energía y recursos o si, al contrario, incrementaban el gasto de energía, reducían la eficiencia productiva o ralentizaban los procesos. En la nueva era del pensamiento sostenible, la búsqueda de ahorros se evalúa en igualdad de condiciones con los términos de sostenibilidad ambiental y reducción de generación de desechos y residuos en el mediano y largo plazo. Una organización sostenible considera además que, la inversión en fuentes de energía renovables y reutilización de recursos debe ser parte de la identidad de la organización y un factor fundamental a comunicar a los actores externos. En este sentido, la eficiencia e innovación sostenible debe integrarse también en el uso de tecnologías administrativas que ahorren recursos y que fomenten la reutilización, reducción y reciclaje. Junto a esto, debe también fomentarse el uso de aquellas prácticas circulares que fomenten los ahorros en alianza con los proveedores y clientes de los productos o servicios que se entregan.

Reto 6 – Monitoreo y Adaptación Continua
La regla de oro en temas de innovación y sostenibilidad es que los productos y servicios que ofrecemos siempre, siempre, siempre podrán ser más eficientes y sostenibles. Y que, por lo tanto, debemos mantener un constante monitoreo y adaptación continúa de nuestros procesos al uso de nuevas tecnologías, nuevas materias primas y nuevos procesos de fabricación que aseguren mantener un sistema sólido de seguimiento dirigido por los sistemas de gestión de calidad más actualizados. Adoptar una cultura de mejora continua, marcos de gestión de proyectos de metodología ágil, colaboración y retroalimentación constante entre las partes interesadas y superar los estándares ambientales deben ser requisitos mínimos de una organización que busca innovar continuamente y adaptarse a los cambios del mercado.

Reto 7 – Capacitación y compromiso de los empleados
Una planeación estratégica sostenible que busca convertirse en parte de la identidad de la organización requerirá de una constante capacitación de sus trabajadores desde las áreas operativas hasta la alta gerencia. Es fundamental que la organización esté siempre actualizada en las innovaciones del mercado y que la estrategia se desarrolle independiente de la intervención de otras áreas de trabajo. Esto permitirá que se creen programas de capacitación para crear conciencia sobre temas de sostenibilidad con los clientes internos y externos, fomentar la innovación en los procesos y promover la actitud propositiva de todos los miembros de la organización. Las actividades que se realizan con los trabajadores también deberán tener por objetivo involucrar a los trabajadores en la participación activa para compensar y reparar aquellos impactos ambientales que sean muy difíciles o imposibles de realizar en un momento específico. y, por último, pero no menos importante, capacitar constantemente a los colaboradores debe también fomentar la competencia en ideas y propuestas que los trabajadores ofrezcan para mejorar el trabajo que se realiza en todos los procesos de la organización.

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Reto 8 – Estar dispuestos a escuchar y replantearnos el qué y cómo hacemos lo que hacemos

Este es el antepenúltimo reto de esta lista y es uno de los más importantes. Adaptarnos al constante cambio ha sido por muchos años uno de los principales temores del liderazgo. La meta de vida de muchos era llegar a un puesto y quedarse cómodo y seguro en él. Evitar los cambios veloces, huir a la innovación y buscar crear procesos inamovibles era la meta a la que muchas organizaciones medianas y grandes solían aspirar. La idea antigua era pensar que las organizaciones se creaban para ser líderes en un negocio y evitar moverse de ahí por el mayor tiempo posible. Los nuevos liderazgos y la búsqueda de la innovación sostenible de las formas de hacer negocios nos llevan en la dirección diametralmente opuesta a la anterior formar de pensar. Dado que las tecnologías e innovaciones continúan acelerándose de forma exponencial, la mentalidad dentro de las organizaciones debe ser igual de versátil y capaz de adaptarse a los nuevos cambios del mercado. Vivimos cada vez más en entornos VUCA (por sus siglas en inglés: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad). En estos entornos, el liderazgo y la alta gerencia de las organizaciones debe fomentar la búsqueda de cambios constantes e incentivarlos. Asimismo, sus inversiones deben enfocarse en cambiar la forma en que se planteaban los negocios. Por ejemplo, las inversiones en maquinaria y equipo ya no deben de considerarse en términos de 5, 10 ó 20 años de depreciación sino en planes de negocios que consideren la depreciación como una parte intrínseca del riesgo de los negocios y, por lo tanto, planificar para períodos cada vez más cortos de depreciación y adaptación.

Reto 9 – Escuchar al consumidor y ser éticos para atender sus deseos

Una máxima de los principios de la economía del libre mercado es que el consumidor siempre tiene la última palabra. En estas condiciones, la ley de oferta y demanda debe siempre ser nuestra guía para el establecimiento de nuestros precios, el desarrollo de nuestros productos y servicios y la identificación de las acciones de sostenibilidad y eficiencia ambiental que pretendemos conseguir. Sumado a este principio, el desarrollo del marketing ha transformado el mundo hacia el fomento del consumo masivo y la publicidad de productos que sean “mejores para el ambiente”. En esta búsqueda de ese nuevo mercadeo verde, la práctica del “greenwashing” ha sido utilizado por organizaciones que buscan venderse como innovadores en sostenibilidad. En un mundo sin marketing, las empresas no tendrían idea de lo que quieren sus clientes y los clientes no tendrían idea de qué empresas ofrecen los productos que necesitan. La práctica del greenwashing entre las organizaciones que buscan hacer crear nuevas necesidades entre los consumidores es uno de los temas más analizados y criticados en la actualidad ya que la organización que utiliza estas estrategias no solo busca engañar a sus consumidores, sino que también se engaña a sí mismos. Dado que el greenwashing es un proceso de transmitir una impresión falsa o información engañosa sobre cómo los productos de una empresa son ambientalmente mejores que otros. En este nuevo mundo de oferta y demanda y del mercadeo de consumo masivo, la responsabilidad de las empresas que sí son ambientalmente responsables requiere de cumplir siempre con todas las promesas de valor que los productos o servicios ofrezcan al consumidor (desde su durabilidad, su medición y reducción de huella de carbono, su compostabilidad o reciclabilidad y/o sus efectos en la salud del consumidor). Las empresas éticas y responsables con el medio ambiente son aquellas que realizan sus estudios de análisis de ciclo de vida y lo comunican con claridad a los consumidores. Junto a estas prácticas, el fomento de legislaciones que protejan la salud de los consumidores y el cuidado del medio ambiente deben ser acciones que se lideren desde las organizaciones que fabrican productos o servicios de consumo.

Reto 10 – Involucrarse activamente en redes con actores externos

“Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.” De la misma manera en que el poeta John Donne definió al ser humano en este abstracto de uno de sus famosos poemas, en las organizaciones debemos creer con firmeza que debemos ser parte también de una red de alianzas colaborativas y de trabajo. Para posicionar a las organizaciones como líderes en la sostenibilidad en cada una de sus áreas de trabajo, es fundamental que se participe en las redes sociales, políticas y económicas de forma activa y propositiva. Es muy común que las empresas pequeñas y medianas no participen de las redes de gremiales y asociaciones porque consideran que no tienen mucho que ganar o que no cuentan con los recursos humanos, de tiempo o de dinero para ser actores activos en estas organizaciones. Sin embargo, no se podría estar más equivocado. La participación en redes de sostenibilidad no debe ser una actividad de solamente aquellas empresas con excedentes de recursos. Las PYMES son en realidad las empresas que más oportunidades tienen de beneficiarse de la participación en redes de sostenibilidad y en estas organizaciones, los propietarios o propietarias, deben asignar un espacio de sus agendas cada semana para atender a estas actividades y buscar ocupar puestos en sus juntas directivas y comités. La razón más importante de esta participación es económica. La mayoría de los fondos asignados por los gobiernos nacionales y la cooperación internacional en temas de sostenibilidad ambiental, innovación tecnológica, adaptación y resiliencia al cambio climático, entre otros se gestiona y administra dentro de estas redes.

Emprender la transformación de una organización hacia la creación de una estrategia de sostenibilidad es un proceso que requerirá el compromiso a largo plazo de todos los actores clave. Principalmente, el rol de los propietarios y la alta gerencia será determinante para liderar desde sus puestos la creación de una segmentación estratégica sostenible que empodere a los centros de innovación, reingeniería de procesos y gestión de calidad para acelerar la transición a ser más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. La estrategia de las organizaciones requiere un enfoque sistemático y holístico que involucre un extenso análisis de las debilidades y oportunidades de las organizaciones. Solamente después de realizar una evaluación integral del impacto ambiental, de interactuar con las partes interesadas, de establecer objetivos de sostenibilidad SMART, de priorizar segmentos competitivos e integrar nuevas tecnologías innovadoras se podrá arrancar con la transformación sostenible de un negocio. El fomentar el compromiso de los trabajadores y mantener un equipo de seguimiento y auditoría ambiental sobre la mejora continua permitirá crear una hoja de ruta hacia la sostenibilidad y el desarrollo de nuevos productos y servicios sostenibles.

Esta breve revisión que les he compartido sobre los retos que debe responder una Metodología de Sostenibilidad, les permitirá no sólo alinear las actividades que sus organizaciones actualmente estén realizando, sino también acelerar la innovación de los productos y servicios que ofrecen y crear valor agregado para sus clientes. Ser competitivos en el largo plazo es ya cosa del pasado cuando una organización no esté dispuesta a innovar continuamente. Las organizaciones que serán competitivas con aquellas que estén siempre dispuestas a ponerse metas más altas, retarse a mejorar la forma en que consume sus recursos ambientales-financieros y a fomentar liderazgos disruptivos y visionarios que deseen conquistar el mundo.

Desafíos y Oportunidades para la Sostenibilidad Ambiental en la Región Metropolitana de Guatemala

La ciudad de Guatemala es parte de una región metropolitana en la que viven más de cinco millones de personas (INE, 2018) y que comprenden las ciudades de Mixco, Villa Nueva, Santa Catarina Pinula, San Miguel Petapa y la Ciudad de Guatemala. En esta zona urbana confluyen las principales actividades de comercio e industria del país y la toma de decisiones ambientales se realiza de forma compartida por las municipalidades de cada territorio según lo establece la Constitución de la República de Guatemala y diversas legislaciones que regulan esta materia. Al respecto, la Ley de Desarrollo Social establece la responsabilidad compartida que existe entre “el Estado, las municipalidades y los habitantes del territorio nacional están obligados a propiciar el desarrollo social, económico y tecnológico, que prevenga la contaminación del ambiente y mantenga el equilibrio ecológico”(Ley de Desarrollo Social, 2001). Asimismo, esta responsabilidad compartida es dictada por la Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente que indica en el artículo 40 que, en temas ambientales, “deberá integrar a la Comisión Nacional del Medio Ambiente a dichos consejos, con la finalidad de que la Comisión proponga la incorporación de la dimensión ambiental en las políticas, programas y proyectos de desarrollo.” (Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente, 1986). De esta manera, la legislación de Guatemala establece que en torno al cuidado y protección del ambiente se han asignado responsabilidades compartidas de todos los actores políticos a nivel local, municipal, departamental y nacional y que estos, deberán de contribuir y proponer políticas, programas y proyectos de desarrollos que velen por el cuidado del medio ambiente. En estas circunstancias colaborativas que indican las normas, pero que en a práctica no se llevan a cabo por falta de un gobierno integrado, colaborativo y efectivo que cumpla con estas obligaciones, la mayoría de los problemas ambientales que existen en el país no han sido resueltos de forma efectiva.

En un contexto de falta de liderazgo gubernamental a nivel local y nacional y ante una población que no exige a sus gobernantes la vigilancia para que se instrumentalicen proyectos y desarrollos ambientalmente sostenibles, los proyectos privados y públicos que se concretan suelen conllevar una serie de problemas ambientales acumulativos. La mayoría de problemas de contaminación en el país son el resultado de comportamientos antagónicos con la naturaleza que carecen de un carácter unitario (filosófico, geográfico, ecológico e histórico) que permita a los actores la toma de decisiones que protejan el medio ambiente de los territorios y sean consistentes con las interacciones sociales que históricamente han evolucionado en Guatemala movilizando a millones de personas a nuevas zonas de habitación, trabajo e industria. Así, el futuro crecimiento de la región metropolitana y del resto del país dependerá de la medida en que la sociedad guatemalteca cambien el carácter de sus relaciones de producción y las alinee a prácticas de economía circular que fomenten la reducción en el uso de recursos finitos y en los impactos ambientales negativos, que fomente la colaboración y alianzas entre distintos actores de la sociedad y fomente sistemas regenerativos de industria y comercio que reduzcan, reparen y eliminen la generación de contaminación industrial, de aguas, de residuos, de usos de químicos y de emanaciones gaseosas y de hidrocarburos en el medio ambiente.

La sociedad guatemalteca, entendida como el conjunto de formas y modos de actividad que de ella se desprenden, ha sido el producto histórico de transformaciones y modificaciones de la naturaleza del país. La región metropolitana es producto de múltiples grupos culturales y sociales de organización que durante siglos acostumbraron a utilizar recursos naturales considerados infinitos para la satisfacción de sus necesidades. Como resultado, la praxis social se ha construido entorno a aprendizajes de éxito y fracaso de prácticas y estilos de vida que han carecido de componentes de sostenibilidad ambiental en la mayoría de las decisiones colectivas. La deforestación, la contaminación y degradación de los suelos, ríos y lagos, el agotamiento de las especies de flora y fauna y la desaparición de zonas silvestres ha sido una constante a lo largo de procesos generacionales cuyos efectos, nocivos para la sociedad, no se entendían como parte de un proceso global de crecimiento desmedido y sin controles económico-ambientales.

Desde la época prehispánica, la zona central de Guatemala que actualmente ocupa el área metropolitana de la capital de Guatemala, fue habitada por los pueblos originarios Kaqchikel quienes, a pesar de tener un cosmología y ciencia enfocada en el estudio de la naturaleza y los astros, conformaron una sociedad extractivista que era liderada por un pequeño grupo militar-religioso que alteró significativamente la relación entre la naturaleza y las sociedades que establecieron. Esta sociedad, descendiente de la civilización Maya con sus avances científicos y tecnológicos, ingresó en un período de reconfiguración político-militar a partir del año 900 e.c. y durante los períodos postclásico temprano y tardíos, durante 600 años, se redujeron los centros habitacionales conformando pueblos militares-defensivos en sitios elevados de montañas y cerros en torno a un gobierno centralizado bajo el control de la capital Iximché ubicada en el departamento de Chimaltenango. Este reino limitaba con las comunidades mayas al norte del reino K’iche’, el reino Achí al oeste, el Tz’utujil y K’iche’ y el Poqomam al sur y este. Las poblaciones originarias de la región que actualmente ocupa el área metropolitana de Guatemala, según (Gámez L., 2015) se organizó en poblaciones reducidas que habitaban “cerca de los edificios públicos, en casas construidas con palos de madera, paredes de barro y adobe y techo de paja.” Estas condiciones de organización social en agrupaciones más pequeñas y dispersas por el territorio se mantuvieron hasta 1524 con la invasión y conquista militar que realizaron los ejércitos españoles aliados con reinos originarios. Las llegada de los españoles y la implementación de sus instituciones y sistemas de gobierno centralizado conformaron un proceso de creación de decenas de ciudades, pueblos y villas que marcarían la historia territorial de Guatemala durante los siguientes 500  años. En esta nueva organización sociopolítica, las perspectivas de territorialidad se fragmentaron en una serie de municipios que al 2023 comprendían 340 municipios y 22 departamentos en los cuales la toma de decisiones ambiental se enfocó en atender problemas urgentes para la localidad sin comprender las externalidades que las decisiones, aparentemente aisladas, tendrían en territorios más amplios.

Partiendo de esta breve historia de la organización territorial, social y política de la región en el área metropolitana de Guatemala, podemos comprender la necesidad de reformular las territorialidades de estudio para comprender los impactos medioambientales de la actividad económica del país e implementar soluciones para reducir la contaminación ambiental metropolitana. Debido a que los impactos ambientales comprenden una red de causas y efectos globales, comprender los impactos de la contaminación a partir de análisis de municipios y/o de la ciudad de Guatemala impide dimensionar la necesidad de integrar nuevas territorialidades que permitan la creación de las condiciones estatales para regir y velar por la protección que la legislación guatemalteca entrega a las municipalidades. Ciertamente, es en el municipalismo que en Guatemala nos hemos acostumbrado a ver a las personas y sus necesidades. Sin embargo, comprender los impactos ambientales que las acciones de estas personas toman y velar porque el medio ambiente entorno a ellos se proteja no debería de ser una cuestión que dependa de los municipalismos y se requiere de una visión más amplia de territorialidad en la gestión ambiental. Analizar los impactos de distintas formas de contaminación desde una territorialización de cuencas hidrográficas o de una integración metropolitana que involucre a varias municipalidades podría permitir comprender las causas y fuentes de contaminación y determinar las estrategias adecuadas para reducirlas, eliminarlas y reglamentar futuras actividades económicas e industriales.

Actualmente, las diversas fuentes de contaminación en la ciudad de Guatemala son problemas que impactan a los territorios aledaños y que también se ve impactada por las acciones colectivas que se realizan en los municipios aleñados. Según (“Dependencia y deterioro ambiental: el caso de Guatemala”, 1991) uno de los ejemplos más visibles de contaminación que surge en la ciudad de Guatemala y que tiene efectos a nivel metropolitano y a nivel nacional es la contaminación por residuos y desechos sólidos que refleja condiciones de un “deterioro social, y natural considerado por algunos como parte de la idiosincrasia, del folklore o de las condiciones climático-geográficas” pero que, en realidad, deben ser consideradas como una relación de profunda desconexión entre la sociedad y la responsabilidad inherente al medio ambiente en que habitamos y ante la cual debemos reaccionar proactivamente. Los residuos de 5 millones de habitantes y de las industrias del área metropolitana, son generados por la falta de una gestión y manejo adecuado posterior de los residuos y desechos sólidos que actualmente la municipalidad de Guatemala y las municipalidades de los municipios en el área metropolitana no han realizado por motivos de esa herencia histórica y cultural que ahora, que es reconocida por todos, debería ser la fuente de cambios que corrijan la generación de residuos sólidos, líquidos y gaseosos que han hecho que los ríos más importantes de las cuencas hidrográficas de la vertiente del Pacífico y de la vertiente del Mar Caribe contribuyan a ser una de las principales fuentes de contaminación antropogénica que desembocan en el océano Pacífico y Atlántico.

Como podrá observarse en el Mapa 1, el área metropolitana de Guatemala es la zona de nacimiento de decenas de ríos y riachuelos que durante la época de lluvia arrastran residuos sólidos y líquidos que son mal gestionados por la población y los gobiernos locales debido a que fueron depositados en basureros clandestinos en las orillas de barrancos creados por la zona montañosa de la Sierra Madre. Sin embargo, una de las principales fuentes de generación de residuos sólidos se origina en la ciudad de Guatemala y los riachuelos que alimentan el río Las Vacas alrededor del Relleno Sanitario de la zona 3 de la ciudad de Guatemala. Como resultado de esto, municipios aledaños son los primeros en verse afectados por las grandes cantidades de residuos sólidos que arrastra la lluvia en la época lluviosa y, finalmente, los residuos llegan al océano Atlántico descendiendo en el río Motagua.

Mapa 1. Mapa de las Cuencas hidrográficas Fuente: MAGA, 2009.

Según la organización (The Ocean Cleanup, 2021) en base a un análisis probabilístico, se determinó que el río Motagua deposita al océano más de 78,500 toneladas de residuos sólidos al año y es el río más contaminado de Centroamérica. De cerca, le sigue el río María Linda, cuya cuenca es alimentada también por el área metropolitana de la ciudad de Guatemala y anualmente deposita 44,000 toneladas de residuos anualmente al océano Pacífico. Tan solo en estos dos ríos, la contaminación generada supera 122,000 toneladas de residuos sólidos equivalentes al peso de más de mil ballenas azules (105 toneladas cada una). Esta mala gestión de residuos sólidos es resultado de una falla administrativa por organizaciones locales en municipalidades que deben lidiar con un problema generado fuera de sus territorios asignados y cuyos responsables son millones de personas actuando de forma desordenada y sin la educación ambiental adecuada alrededor de la zona metropolitana de Guatemala y las barrancas por las que transitan los ríos.

Como se observa en la Ilustración 1, durante el inicio de la época de lluvias del año 2023, grandes volúmenes de residuos sólidos fueron arrastrados hacia riachuelos y arrastrados hasta la hidroeléctrica Las Vacas ubicada en un punto de unión de varios riachuelos pequeños alrededor de la ciudad de Guatemala y municipios al norte de este. Tan solo en este lugar se acumulan cientos de toneladas de residuos sólidos que pudieron haber sido gestionados y recolectados de forma adecuada por distintas organizaciones municipales y gestionadas de forma rentable en centros de acopio y clasificación que permitieran gestionar estos residuos de forma económicamente sostenible.

Ilustración 1. Residuos colectados en el río Las Vacas que posteriormente fluirán hacia el río Motagua y al océano Atlántico. Fuente: The Ocean Cleanup. 2023.

Junto a los residuos sólidos, la generación de residuos líquidos que se generan en el área metropolitana de Guatemala no son debidamente regulados y administrados por las distintas municipalidades del territorio y, como resultado, la frecuente contaminación de riachuelos y ríos se observa solamente cuando alcanza niveles de toxicidad que acaban con la vida de peces y reptiles. En la zona metropolitana se han reportado numerosas contaminaciones de líquidos que han llegados a los periódicos debido al alto nivel de mortandad para animales. Sin embargo, no se realizan los controles metropolitanos adecuados para impedir la generación de contaminantes líquidos por las industrias y hogares generadores y tampoco se establecen las normativas de reparación para los daños generados al medio ambiente y/o a humanos y otros animales.

De acuerdo con la (Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo & Servicios para el Desarrollo (SER), 2014), el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) reportó que “más del 90% de las fuentes de agua tienen contaminación bacteriológica, incluso residuos fecales provocando enfermedades diarreicas” y las principales fuentes de contaminación provienen de zonas urbanas como la del área metropolitana donde se acumulan y llegan a los ríos sin los sistemas de tratamiento adecuados que según (Funcagua, s/f) se generan como resultado de:

  1. Vertido de desechos municipales (aguas residuales) sin tratar.
  2. Vertido de desechos industriales sin tratamiento.
  3. Aumento en temperatura de agua ocasiona la baja de oxígeno en su composición.
  4. La deforestación y erosión del suelo.
  5. El uso de pesticidas y fertilizantes.
  6. Arrojar desechos sólidos a los cuerpos de agua.

La falta de legislación adecuada y programas de fiscalización metropolitana dificulta la regulación y prevención de contaminación de hogares e industria que desechan aguas con residuos químicos que contaminan las fuentes de agua. Al 2023, Guatemala aún no cuenta con una Ley de Agua que regule el dominio público hidráulico, del uso del agua y del ejercicio de las competencias atribuidas al Estado en las materias relacionadas con dicho dominio en el marco de las competencias delimitadas en la Constitución de la República de Guatemala y otras leyes vigentes. Como resultado, actualmente se le impide al Estado garantizar el derecho humano al agua y velar por la seguridad de esta. Actualmente, la falta de gestión en todo el país del agua es el resultado de una serie de normas dispersas sobre el tema que suelen estar sujetas a diferentes interpretaciones de los administradores municipales y los encargados de velar por la protección de los recursos. Como consecuencia, en su mayoría, las aguas residuales de los hogares y las industrias no son tratadas de forma holística y los municipios descargan sus residuos directamente a los ríos y lagos sin controles que permitan vislumbrar las externalidades negativas que la generación de contaminación en un municipio terminará teniendo en los demás.

La contaminación por gases, sólidos y líquidos que son generados en la ciudad de Guatemala es el resultado de un proceso histórico de desterritorialización que ha resultado en la ausencia de un sentido colectivo de responsabilidad por los medios geográficos de la ciudad de Guatemala y del área metropolitana de la ciudad de Guatemala que fomente la participación colectiva de todas las municipalidades en la creación de sistemas de manejo y gestión de residuos contaminantes. El no contar con un ente encargado a nivel metropolitano para atender estas necesidades y al existir un sistema de gobierno nacional con una débil participación presupuestaria para el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales continuará siendo muy difícil que se creen los mecanismos participativos para solucionar la contaminación por residuos sólidos, líquidos y gaseosos que continúa incrementándose diariamente en la zona más densamente poblada de toda Centroamérica. Anualmente, con la llegada de las lluvias se visibilizan los problemas generados por la contaminación por residuos sólidos y la atención de los medios de comunicación y la preocupación de la población se hace notar. A lo anterior se le suma la escasez creciente del acceso a agua potable y a el acaparamiento con fines comerciales que actualmente realizan industrias para proveerse de agua en detrimento del acceso regulado y económicamente sostenible del agua como un recurso escaso.

Durante muchos años organizaciones locales y empresas privadas han buscado mejorar las condiciones de limpieza y reducción de la contaminación de residuos, pero desafortunadamente la escala requerida para solventar de raíz un problema de gran territorialidad se escapa de las manos de unos cuantos actores. Como se observa en las siguientes imágenes captadas en el río Las Vacas, las iniciativas de clasificación y residuos de desechos sólidos ya existen y continúan creciendo. Sin embargo, no son ni serán suficientes para resolver un cambio estructural que debe realizarse en cada hogar e industrias guatemaltecas donde la invisibilización de un problema ambiental demasiado grande para comprender y detener ha sido la causa (o excusa) de quienes han evitado llevar a la discusión nacional el fortalecimiento de los Ministerios y oficinas de gobierno nacional y municipal que deberían fomentar un manejo y gestión adecuados de los recursos naturales.

Ilustración 2. Fotografías captadas en la planta de acopio de la empresa BiosferaGT en las cercanías del Río Las Vacas a 11 kilómetros de distancia del centro de la ciudad de Guatemala. La acopiadora es parte de una asociación sin fines de lucro que cuenta con el patrocinio de empresas nacionales y multinacionales para la extracción y clasificación de residuos de plásticos PE, PP y PET; y el uso de estos residuos para la fabricación de madera plástica, empaques flexibles, envases de bebidas y textiles. Fuente: elaboración propia.

Referencias