El censo bajo un lente libertario

guatemaltecosLa importancia de un censo para la construcción del Estado es tan importante como conocer la mezcla necesaria de cemento para construir las columnas de una casa fuerte y sólida. Si usas muy poco cemento en tu mezcla, lo más probable es que la estructura colapse. Si usas demasiada materia prima, terminarás desperdiciando recursos que muy bien podrías utilizar para construir en otros lados o ampliar el terreno de la casa.

Durante siglos, el censar a la población ha sido una herramienta fundamental para la construcción del Estado. No solo sirve para tomar decisiones inmediatas y establecer planes a mediano y largo plazo, sino que también sirve para replantear la aplicabilidad de la teoría e identificar cómo diversos y múltiples factores de la conducta humana hacen de unos países ricos y otros pobres.

Para Guatemala, la actualización del censo poblacional tendrá muchos beneficios y oportunidades de mejora. Así como amenazas del abuso de esa valiosa información que podría darse de caer en malas manos. Algunos ataques libertarios y anarquistas se han hecho escuchar ya explicando que el censo solamente fortalecerá el tamaño del Estado para crecer y extraer recursos. Sin duda, un censo fortalece a un Estado pues le da más herramientas para crecer en números donde el Estado era ausente. Sin embargo, hay muchos otros beneficios tales como el aumento de la eficiencia y eficacia del trabajo estatal y el gasto del erario. Mi invitación a las personas partícipes del liberalismo clásico es a que se fijen no en el crecimiento del Estado post-censal sino en su fortalecimiento y en cómo estos datos eficientizarían la toma de decisiones públicas. El reto que nos queda está en la elección de los políticos y en los usos que de esa información los mismos harán.

Elaborando con el lente de la teoría de la Opción Pública, el censo nos será de utilidad para interpretar las fallas que ocurren en el terreno político actual. Y tal y como lo explica muy bien la teoría, en lugar de sugerir lo que debería ser, en base a evidencias realizar un diagnóstico desapasionado para actuar. Este análisis utiliza al censo para que, con base en una cuidadosa observación y análisis de las acciones de los distintos actores políticos, se tomen decisiones de forma democrática y participativa para todos los actores políticos.

Algunos de los beneficios que nos dará este censo en Guatemala son:

  • Establecer la densidad de población y permitirá al gobierno conocer las áreas con un número grande o pequeño de personas. De especial importancia es esta información para situaciones de crisis como las ocurridas recientemente en el volcán de Fuego donde al día de hoy el Estado no conoce con exactitud la cantidad de muertos y desaparecidos.
  • Determinar el número de guatemaltecos y guatemaltecas con mano de obra disponible en un momento determinado y en un área determinada del país para identificar zonas de desarrollo agrícola, industrial o manufacturero.
  • Proveer de un sistema de atención de salud eficaz con el número de doctores y hospitales y centros de salud requeridos para las poblaciones en territorios determinados.
  • Proveedor de un sistema de educación eficaz basado en un buen conocimiento de la diversidad de la población de nuestro país.
  • Reconocer el número total de personas por su etnia, edad, ocupación, distribución geográfica. El Reconocimiento de las poblaciones es importante para conocer sus necesidades y fortalecer la presencia del Estado de acuerdo con estos grupos culturales. Desafortunadamente, en este censo no se incluye el de identidad sexual y dejamos a una importante población fuera de ser reconocida.
  • Realizar una mejor planificación económica y de desarrollo a mediano y largo plazo requiere de cifras que solo se consiguen en censos poblacionales.
  • A través del censo, el gobierno podrá saber el número de adultos imponibles y esto ayudará en gran medida a la estimación de los ingresos esperados anualmente. Además, le permitirá al gobierno conocer el tamaño real de la economía formal e informal y los territorios donde esta brecha puede reducirse.

El aspecto más importante en cualquier sociedad es el capital humano. El censo es importante porque este proceso ayuda a compilar un perfil numérico de quiénes somos “Guatemala”. Esto, a su vez, informa la toma de decisiones en todos los niveles, tanto en el gobierno como en el sector privado. Recordando al célebre Henry Hazlitt, es cierto que el gobierno es incapaz de darnos algo sin despojarnos de algo más y para esto el censo se convierte en una valiosa herramienta de aumento de eficiencia y eficacia. Quedará en nuestras manos que, como ciudadanos educados con esta valiosa información, presionemos e induzcamos a los políticos a actuar en pro de la maximización del bienestar colectivo.

Jimmy está desnudo

Vivió en una república bananera un presidente tan, pero tan aficionado a la ropa, que gastaba todo el dinero del pueblo en trajes, tenis y lentes de diseñador nuevos. Cuando inspeccionaba las tropas, cuando iba al teatro o cuando andaba de paseo, su único afán era mostrar sus nuevos vestidos y chilerearlos como nunca había podido hacer con el dinero propio. Se cambiaba a cada rato y así como suele decirse que el presidente “está en el Consejo”, de él decían “El presidente está en el clóset”.

La ciudad de Guatemala era una ciudad llena de alegría gracias a los muchos extranjeros que la visitaban desde que la comunidad internacional había elegido este país como un lugar para desarrollar sus proyectos de desarrollo e inversión. Un día llegaron dos tramposos haciéndose pasar por diseñadores de modas evangélicos y proclamando que sabían tejer la más bella tela del mundo. Los colores y los diseños eran de gran hermosura, pero además de eso, los trajes confeccionados con esa tela tenían una maravillosa virtud: eran invisibles para los que no desempeñaban bien sus cargos o carecían de inteligencia. —Esa ropa no tiene precio —reflexionó el presidente—; con ella podré distinguir a los amigos de mi gobierno y a los socialistas y terroristas que trabajan con la CICIG. Sí, necesito sin falta esa tela. Así que adelantó a los “diseñadores” una considerable cantidad de quetzales que le pidió a la SAAS para que comenzaran a trabajar de inmediato.

Los supuestos diseñadores armaron telares y fingieron que tejían, aunque las bobinas estaban absolutamente vacías. Pedían más y más seda fina y oro más fino todavía, y todo iba a dar a sus bolsillos mientras trabajaban hasta altas horas de la noche en sus desocupados telares. —De alguna forma tengo que saber qué han hecho — dijo el presidente. Se le encogía el corazón al pensar que los tontos y los incapaces no verían la tela… No es que dudara de sí mismo, pero estimó preferible mandar a alguien para que examinara el trabajo antes que él. Los habitantes de la ciudad sabían que la tela tenía una maravillosa virtud, y ardían de impaciencia por ver hasta qué punto sus vecinos eran tontos o incapaces. —Enviaré a mi buen ministro de economía —pensó el presidente— a visitar a los diseñadores. Nadie mejor calificado que él para juzgar la tela: se distingue por lo inteligente y por lo capaz. El honrado y siempre bien vestido ministro entró al taller donde los dos impostores trabajaban en sus telares vacíos. —¡Dios! —pensó, abriendo los ojos de par en par—, no veo nada. Sin embargo prefirió no decir ni una sola palabra.

Los diseñadores lo invitaron a acercarse y para que pudiere admirar el fino diseño y los maravillosos colores de la tela. Le mostraban los telares vacíos y el pobre ministro abría los ojos sin poder ver cosa alguna, sencillamente porque no había nada. —¡Dios mío! —pensó—, ¿seré un incapaz? No me atrevo a confesar que la tela es invisible para mí. —¡Bueno! ¿Qué opina? —le dijo uno de los tejedores. —¡Bonito, realmente muy bonito! —contestó, poniéndose los anteojos—. Ese diseño y esos colores…, hermosos. Le diré al presidente que he quedado muy satisfecho. —Lo cual nos causa mucho placer —dijeron los dos diseñadores, mostrándole colores y diseños imaginarios y dándoles nombres apropiados. El ministro puso la mayor atención para luego repetir al presidente una por una las explicaciones.

Los diseñadores tramposos seguían pidiendo más dinero, seda y oro; eran cantidades enormes las que necesitaban para esa tela. Claro que todo iba a parar a sus bolsillos; el telar siempre vacío y ellos trabajando. Después de pasado algún tiempo, el presidente envió otro honrado consejero militar a examinar el tejido y a averiguar si faltaba mucho para terminarlo. Al nuevo delegado le pasó lo mismo que al ministro. Por más que miraba y miraba, nada veía. —¿No es un tejido maravilloso? —preguntaron los dos impostores, explicándole el soberbio diseño y los primorosos colores que no existían. —“¡Pero sin embargo yo no soy un estúpido!” —pensaba el hombre—. “¿Es que no soy capaz de desempeñarme en mi empleo? Raro asunto, pero ya me preocuparé de no perderlo.” Elogió la tela y se deshizo en halagos por el gusto en la elección de los colores y en el diseño. —Nunca he visto una pieza tan magnífica —dijo al presidente, y toda la ciudad habló de la extraordinaria tela. Por último el presidente mismo quiso verla mientras todavía estuviese en el telar. Con selecta comitiva, en la cual iban los dos honestos funcionarios, visitó a los astutos diseñadores que seguían tejiendo, aplicadamente, aunque sin seda, sin oro y sin hilo alguno. —¿No es magnífica? —dijo el ministro de economía.

—Los colores y el diseño son dignos de Vuestra Excelencia —dijo el otro consejero militar. Con el dedo le indicaban el telar vacío, como si hubieran visto allí alguna cosa. —“¿Qué es esto?” —pensó el presidente—; “no veo nada. Qué espanto. ¿Seré tonto, entonces? ¿Incapaz de gobernar? No me podía haber sucedido nada peor…” Pero en voz alta exclamó: —¡Espléndida! Ustedes son testigos de mi satisfacción. Meneó la cabeza como si estuviera de lo más satisfecho y miró el telar sin atreverse a confesar la verdad. Todos los consejeros, ministros y señores importantes que habían en su comitiva hicieron lo mismo, uno tras otro. Aunque no veían nada, repitieron tras el presidente: —¡Es espléndida!— Y llegaron a aconsejarle que vistiera la nueva tela para el primer evento importante que hubiese. —¡Magnífica! ¡Admirable! ¡Hermosa! —exclamaban a coro, y el contento era general, aunque no habían visto nada. Los impostores fueron condecorados y recibieron la medalla “Cruz del Ejército de Guatemala” y que solo se entrega a personas que han puesto en alto el nombre de Guatemala..

La noche anterior al desfile ambos diseñadores se quedaron en pie y trabajando a la luz de dieciséis candelas. Todos veían lo muy ocupados que estaban. Hicieron, por último, como si retirasen la tela del telar, cortaron el aire con grandes tijeras, cosieron con agujas sin hilo y acabaron anunciando que el traje estaba listo. Seguido por sus edecanes, el presidente fue a examinarlo, y los muy pillos, levantando los brazos como si sostuvieran algo en ellos, le dijeron: —Aquí está el pantalón, aquí la chaqueta, aquí la capa. Traje ligero como una tela de araña. No tema que le pese en el cuerpo. Ahí reside la principal ventaja de esta tela. —Es verdad —contestaron los edecanes, que nada veían puesto que nada había. —Si Vuestra Excelencia tiene la bondad de desnudarse, probaremos el traje ante el gran espejo. El presidente se sacó la ropa y los bribones hicieron como si le fueran pasando una a una las nuevas prendas. Finalmente le sujetaron la larga capa que dos ministros lamebotas debían sostener. Él se volvió hacia el espejo y se miró de un lado y del otro. —¡Por Dios! ¡Qué bien le queda! ¡Qué hechura más elegante! —exclamaron al mismo tiempo todos los burócratas. —¡Qué diseño! ¡Qué colores! ¡Qué traje tan magnífico!

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El día del defile llegó y la reunión se llevó a cabo en el Congreso de la Republica.  La reunión inició cuando el Presidente del Congreso dio la bienvenida a todos los presentes. —El toldo de Vuestra Excelencia espera en la puerta para ingresar al Pleno del Congreso. —¡Bien! Estoy listo —contestó el presidente—. Creo que el traje no me sienta demasiado mal. Volvió a mirarse en el espejo, para gozar con su esplendor. Los chambelanes encargados de llevar la cola hicieron como que levantaban algo del suelo; y lo alzaron entre las manos, sin querer admitir que no veían absolutamente nada. El emperador marchaba ufano por el desfile bajo su magnífico palio. Toda la gente de la ciudad había salido a la calle o miraba por los balcones y ventanas. Y decían: —¡Qué traje más regio! ¡Qué cola tan adorable! ¡Qué caída perfecta! Nadie reconocía la verdad temiendo ser tildado de tonto o de incapaz para desempeñarse en su empleo. Así que nunca ningún traje del presidente alcanzó tales niveles de admiración.

—Me parece que va sin ropa —observó un niñito que estaba sentado en el palco del Cuerpo Diplomático. —¡Señor, es la voz de la inocencia! —lo excusó el padre que era un embajador europeo. Pero pronto se elevaron murmullos repitiendo las palabras del niño. —¡Un niñito dijo que el presidente no llevaba ninguna ropa! —¡No lleva ropa! —gritó por fin el pueblo. El presidente se sintió extremadamente mortificado, pues creía que estaban en lo cierto. Pero tras una reflexión, decidió lo siguiente: —Pase lo que pase, ¡debo permanecer así hasta el final! Se irguió con más orgullo aún y sus chambelanes siguieron llevándole la cola que no existía.

FIN


Esta es una adaptación de la fábula original de “El traje nuevo del Emperador” escrita por el escritor danés Hans Christian Andersen.

Guatemala y la Rebelión en la Granja

Una vez más, estamos a las puertas de la intensificación de la crisis política que arrancó con las capturas e investigaciones del MP y la CICIG. Guatemala sigue luchando por su independencia mientras los dueños de la riqueza y del poder buscan controlar los medios, acallar a los opositores y someter a quienes aún estamos libres. Hoy recordaré la Rebelión en la Granja escrita por George Orwell, esta obra se imprimió en mi pensamiento político y me ha hecho reflexionar en repetidas ocasiones sobre la naturaleza de nuestra democracia.

Cambiar una ortodoxia por otra no supone necesariamente un progreso.[i]

La Rebelión en la Granja  fue escrita por George Orwell para cuestionar el avance de la historia política tomando como ejemplo la corrupción del sistema socialista después de la Segunda Guerra Mundial. En la obra, Orwell criticó el orden socialista de la URSS en forma de una fábula con animales que eran liderados por cerdos.

En la granja habían distintos animales como el cuervo, que representaba la religión ortodoxa y obedecía intereses paralelos, las gallinas que representaban a los seres más ignorantes del territorio soviético y que no tenían una educación política, económica y social; las ovejas que representaban al pueblo capaz de decidir, con voz y voto pero que, por engaños y trampas obedecían en silencio; los caballos y el burro que representaban a la clase media que obedecía servilmente a la causa de sus amos; los perros que representaban el ejército creado por los cerdos para suprimir cualquier intento de protesta y subversión. Todos estos animales estaban bajo el gobierno de los cerdos, la clase dirigente y los ases bajo la mesa con los cuales sus líderes Napoleón (José Stalin) y Snowball (León Trotsky) dirigían las labores de la granja.

El Cerdo Napoleón escaló rápidamente en los puestos dirigentes hasta tomar el control de la Granja. En su ascenso, actuó con astucia para eliminar a su oposición y prontamente se deshace de su principal aliado y opositor el cerdo Snowball, acusándolo de traición.

Esta fábula fue escrita como una elocuente y voraz fotografía de nuestra sociedad. Y de acá podemos hacer muchas analogías para entender lo que está sucediendo en nuestra sociedad guatemalteca actualmente.

Hemos visto cómo nuestros líderes de distintos sectores han caído víctimas de la avaricia, el poder y la ostentación. Se consolidó un Pacto de Corruptos en septiembre de 2017 y se ha fortalecido con la elección de una cuestionada Junta Directiva del Congreso de la República. El año 2018 será un año decisivo para la continuación o fracaso de la lucha contra la impunidad que la CICIG y el MP han realizado en los últimos años contra viento y marea.

Nuestro país, al igual que en la Granja de Orwell, ha caído víctima de los cerdos que desean proteger su poder y privilegios a toda costa. Detrás de bambalinas la lucha entre los cerdos también ha aumentado y hay facciones en la elite del Estado Paralelo respecto a quién debe controlar qué pedazo del país. En Guatemala, como en la Granja, los ideales han sido suplantados por la “normalización de la corrupción”, la protección de intereses económicos corporativistas, el despilfarro del erario público, la prepotencia del garrote por quienes controlan el gobierno y las amenazas a quienes nos atrevemos a escribir y pensar distinto a ellos.

En la Rebelión de la Granja Orwell explica, al igual que hicieron los griegos dos mil años antes, que hay dos factores fundamentales para destruir cualquier sistema democrático: la ignorancia del pueblo y la falta de virtudes de los líderes que llegan al poder.

¿Por qué la ignorancia es un problema en las democracias? Simplemente porque a una persona ilustrada no se le puede engañar tan fácilmente como para que acepte cambiar su estatus quo y, mucho menos, que acepte entregar su protección a líderes que carecen de los principios éticos y jurídicos de una sociedad de hombres libres.

Como segundo punto, en la Rebelión se menciona la falta de virtudes de los líderes como uno de los peores problemas de las democracias. Ese es el caso de nuestra Guatemala donde nuestros líderes, tan pronto llegan el poder, lo manejan a su conveniencia y hacen de él lo que les place. Manejados siempre, como los cerdos, por sentimientos de arrogancia, avaricia y arribismo.

No hay mejor fotografía de un cerdo que la figura del arribista Jimmy Morales que ha sido incapaz de responsabilizarse de los sobresueldos, compras y lujos que ha recibido. Como él, los líderes políticos, se rodean de oportunistas que les permiten enriquecerse ilícitamente y hacen a un lado a las personas éticas que desean hacer un cambio justo y merecido para los animales. Como en la Granja, a todos los que nos oponemos al régimen nos acusan de “vulgares” y, tal como ocurrió con el cerdo Snowball, nos buscarán acusar de traición.

En la obra de Orwell se ejemplifica en repetidas ocasiones como es que los cerdos se distancian poco a poco del resto de los animales y se sitúan en un lugar preferencial. Mientras tanto, el abuso de poder de los cerdos se acompañaba de la supresión violenta y silenciosa de la oposición para establecer un nuevo régimen. Al respecto, las palabras de Henry Kissinger son elocuentes porque todo cambio o revolución trae consigo la “ley de hierro de las revoluciones: cuanto más extensa sea la erradicación de la autoridad, tanto más deberán basarse sus sucesores en la fuerza bruta para establecerse”[ii].

Los momentos que vivimos en Guatemala son de una fuerza impresionante y como no hemos visto en muchos años. La libertad de los guatemaltecos para construir y perseguir nuestros sueños está siendo amenazada por un gobierno corrupto que es apoyado una elite económica que se ha enriquecido en muchas ocasiones ilícitamente. Este es un momento muy importante para que continuemos siendo críticos ciudadanos de nuestro gobierno. A quienes no han leído la Rebelión en la Granja los invitó a hacerlo y a quienes ya la leyeron, las invito a reflexionar sobre cómo podemos rescatar a nuestra Guatemala de la tiranía de los cerdos. ¡Aún estamos a tiempo!

[i] “Orwell, George (1978). Rebelión en la Granja. España: Ediciones Destino. pp. 42

[ii] Kissinger, Henry (1995). La Diplomacia. México: Fondo de Cultura Económica.  pp. 648

Hagamos una Revolución Gloriosa en Guatemala

tecun-uman

En los últimos días, semanas y meses he visto a muchos amigos y conocidos que inspirados por el conservadurismo burkeano se han opuesto a los cambios que algunos hemos exigido.  Ellos parecen creer y confiar en la experiencia de pasado y en la superveniencia de las tradiciones. Ha sido así que, entendieron como amenazas al status quo la solicitud de antejuicio contra Morales, las críticas que hicimos contra los diputados y ministros aliados con la impunidad y se opusieron a la solicitud de detener el gobierno actual y pedir la renuncia de Jimmy Morales, Jafeth Cabrera y la cancelación de su partido.  Otros de ellos se han opuesto a estos cambios no por conservadores, sino por traidores y por proteger sus privilegios heredados o recientemente adquiridos.

Edmund Burke fue una de las mentes más ilustres del siglo dieciocho y su oposición a la Revolución Francesa es elocuente y comprendo los motivos por los cuales se opuso a la misma. No los apoyo y tampoco los justifico, pero comprendo su visión conservadora y aprendo de ella pues su visión explica que esa Revolución y drásticos cambios surgieron del resentimiento de una clase más pobre que desgarró el tejido social, substituyendo así la sabia gestión del progreso natural por una dictadura de los principios abstractos, segados de todo lo concreto histórico.

Las próximas semanas podrían ser el momento de nacimiento de una revolución guatemalteca y es necesario que estudiemos los efectos de la revolución francesa y cómo se equivocaron al hacer tabula rasa en vez de reconstruir la sociedad en un proceso mesurado y de cambios que sí podría gestarse desde una CICIG fortalecida y sólida.  De Burke recordemos que enfatizó que la revolución puede ser necesaria, pero “solo para mantener y poner al día la tradición, cuyo orden ha sido probado por su resistencia en el tiempo.”  Esto quiere decir que, cambiar el gobierno guatemalteco y pedir la renuncia de los congresistas que firmaron el Pacto de Impunidad podría ser viable, es necesario y requerirá de una consolidación democrática a través de una asamblea constituyente y de que se convoque a nuevas elecciones.

El Estado de Guatemala ha sido el fruto de una larga acumulación de experiencias y de reglas probadas por la experiencia histórica.  Sabemos ya cuáles de estos sistemas de gobierno no funcionan. Pero requerimos construir un gobierno que combata las causas de esos sistemas de gobierno fallidos.  Los problemas de Guatemala se encuentran en la falta de acceso a la alimentación, salud y educación digna para el 60% de la población que vive actualmente en la pobreza. Somos una pequeña clase de gobernantes quienes estamos destruyendo este país. Está en nosotros cambiar las reglas del juego y aprender de las experiencias pasadas para construir un nuevo gobierno.

La crisis política del Ejecutivo corrupto, un poder Legislativo que protega la impunidad y el subdesarrollo económico y social de Guatemala se deben a la existencia de una Constitución que no vela por el respeto de los derechos individuales.

Necesitamos una REFORMA CONSTITUCIONAL donde prevalezca el Derecho, se combata la corrupción con el apoyo de la CICIG y se fomente la economía de libre mercado.

Regresemos a discutir la creación de un sistema bicameral, la caducidad de la legislación, la reducción del número de diputados y la disminución en la discrecionalidad de los funcionarios.

Aspiremos todos a ser hombres y mujeres de Estado. Porque lo que nos distingue a nosotros de los políticos es que NO perdemos NUNCA de vista los principios y la ética. Al contrario, nos caracterizamos por SIEMPRE aplicar los principios a la política, atendiendo a las circunstancias, pero sin eludir la responsabilidad de actuar y cambiar, pues, de no hacerlo, sabemos que contribuiríamos a la irreparable ruina de nuestra querida Guatemala. Seamos nosotros actores del cambio y tengamos una Revolución Gloriosa.

The never-ending cycle of revolutions

via: http://www.activistpost.com

“A revolution is the climax of a long philosophical development and expresses a nation’s profound discontent; a Putsch is a minority’s seizure of power. The goal of a revolution is to overthrow tyranny; the goal of a Putsch is to establish it.” Ayn Rand

The day after Revolution the streets were in silence. Anarchy was the rule and a no man’s land emerged. The protests against the ruling party had started several weeks before. However, as my grandmother recalled, the problems that had ignited the most recent uprising had always existed: ” these were the very old unfulfilled promises long inherited from Colonial times.”  Indeed, these promises were the idea that Government was here to rule over Us, to give Us and to provide Us for our needs and to care for our frailties.  The Global South has known dozens of revolutionary movements, dozens of attempts of revolutions and a handful of sanguinary coup d’états. Unfortunately, not much if anything has changed after the uprisings.

Around the world today conflict  continues in many areas that were once colonized or controlled by Western European or Soviet powers. The source of many of these protracted conflicts, in large part, lies in past colonial  policies, and especially those “regarding territorial boundaries, the treatment of indigenous populations, the privileging of some groups over others, the uneven distribution of wealth, local governmental infrastructures, and the formation of non-democratic or non-participatory governmental systems.”

It is therefore essential, if one wants to understand current revolutionary movements, intractable conflict and its causes, to examine not only the issues and problems of the moment, but also influential historical factors and actors – most notably, past colonial policies and today’s ruling power of these metropolis over former colonies – and their lingering effects.

The idea that the government should provide for our needs is more accepted in post-colonial governments that inherited institutions of dependency and granted privileges by the metropolis.  Imagine yourself traveling 200 years back in time to the period in which colonies were ruled by Western Capital. Interestingly, you will find yourself observing almost the same institutions and the same old problems that societies in the Global South still face today in Africa, the Middle East, South America, Eastern Europe and South Asia. The problems in these societies are the result of a long list of misguided decisions all centered in one fatal conceit: the conceit of revolution by force, not in defense, but in violation, of individual rights.

The colonial institutional heritage of the Global South is built around the abuse and violation of individual rights. Not a single revolutionary movement in the Global South has really aimed at restoring individual rights but to the granting of privileges for a minority.  The minority groups have taken many forms, received many names and have taken many slogans. They have been revolutions organized by and in contraposition of one minority group versus a majority: of the poor versus the rich, of the middle classes versus oligarch classes, of national interests of capital versus foreign interests, of enlightened groups versus conservative groups, of different ethnic groups against each other, of indigenous groups tired of being exploited, and many many more.

In order for a revolution that aims at restoring individual rights to take place it would be  necessary for all citizens to first redefine their code of values upon principles that allow them to pursue happiness without violating the rights of others.  This means that for a “revolution and not a putsch” to take place in the Global South we need first to understand that today’s revolutions have no moral justification and are all gang warfare.  As such, in order to change our immoral systems of government we require to first our own immoral code of values.  This means that we need to learn our history and fix all those immoral decisions taken in the past by our former enslavers.

I believe that the ideal way for starting to learn which is the code of values that provides for a consistent philosophy of life that protects individual rights and allows for humans to pursue happiness is the philosophy of Objectivism and the Objectivist Ethics.

If successful, most probably, the ongoing revolutionary movements in the Middle East, Ukraine and Venezuela will reflect to be nothing but immoral putsches of the very same old privileged groups that they were supposed to fight.  Corruption will take a new name, the citizens will be again defrauded by their leaders, immorality will again reign.  the power currently upheld by immoral leaders is not a simple system of domination of one specific group but it completely traverses the entire social body.  When social relations are not based upon a consistent and ethical code of values its result is “the immanence of force” that Foucault widely studied.    In this game of power, the incessant struggle and confrontation will be reinforced, transformed and reshaped without any meaningful outcome.  This never-ending cycle of revolutions will encrust and institutionalize itself if it hasn’t already. I truly believe that a Peaceful Philosophical revolution is Possible.  It is up to you reader, to chose wether to start it or not.