Una larga historia de Escuadrones de la Muerte en Guatemala

No hace mucho tiempo en Guatemala se vivía con temor a salir a la calle y nunca regresar. Las desapariciones eran realizadas con las venia del Gobierno para eliminar a sus opositores y regresar a esas épocas es algo que debemos impedir. La primera acción a hacer para no cometer los mismos errores del pasado es recordar.

El ejército guatemalteco mantuvo registros detallados de las operaciones de su escuadrón de la muerte (ver links más adelante), según ha sido documentado por grupos de derechos humanos e informes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. Entre los registros que ahora tenemos, revelan el destino que dio el ejército a decenas de ciudadanos guatemaltecos que fueron “desaparecidos” por las fuerzas de seguridad a mediados de los años ochenta. En las bibliotecas digitales tenemos ya los reportes de fotografías y cientos de víctimas y referencias codificadas de la manera en que fueron realizadas sus ejecuciones sumarias. La fuente central de la información llega a nosotros de un documento de 54 páginas que fue sacado de contrabando de los archivos de inteligencia del ejército guatemalteco y entregado a los defensores de los derechos humanos en los años 90s, solo dos días antes de que una comisión de la verdad patrocinada por la ONU publicara su informe sobre la sangrienta Guerra Civil de 36 años del país.

El libro de registro cubre la actividad de los escuadrones de la muerte de las unidades de inteligencia guatemaltecas durante un período de 18 meses entre agosto de 1983 y marzo de 1985. Un extracto de dos páginas aparece en la edición de junio de 1999 de Harper’s Magazine. Según explicaban en una nota de prensa de la época y en el mismo artículo explicaban que,

“Este escalofriante documento es el equivalente del escuadrón de la muerte de un informe anual de productividad, una cuenta del interior de los archivos secretos de la máquina de matar de Guatemala”, dijo Kate Doyle, analista de la política de Estados Unidos en América Latina y directora del Proyecto de Guatemala en Seguridad Nacional.  “Es absolutamente único: un raro atisbo de asesinato político organizado desde la perspectiva de los perpetradores que lo cometieron”.

A lo largo de la guerra, el ejército guatemalteco utilizó el secuestro, la tortura y el asesinato en su campaña de contrainsurgencia contra la izquierda guatemalteca. Para cuando el gobierno y las guerrillas firmaron el Acuerdo de Paz en 1996, unas 200,000 personas habían muerto y más de 40,000 “desaparecidos” que probablemente fueron asesinados y lanzados a fosas o incinerados; de este número de muertos y desaparecidos, al menos un 93% estuvo en manos de las fuerzas de seguridad guatemaltecas tanto oficiales como extraoficiales, según explica el libro publicado por el difunto Monseñor Gerardi “Guatemala: Memoria del silencio”, del Informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico.

Exhumación en San Juan Comalapa, Guatemala

Luego de la publicación de estos informes se solicitó en los años 90s que el gobierno de Guatemala investigase los delitos detallados en el documento, e identificara y enjuiciara a los responsables. También pidieron al entonces Presidente Álvaro Arzú que tomara medidas inmediatas para proteger los archivos de los servicios militares y de inteligencia para evitar la destrucción de otras pruebas críticas que pudiesen existir sobre los delitos contra los derechos humanos. Ambas acciones nunca fueron realizadas y muchos desaparecidos en los años 80s siguen sin Justicia.

Hoy, los guatemaltecos estamos enfrentando acusaciones de un escuadrón de la muerte organizado desde el gobierno 20 años después de los escuadrones del ejército durante el conflicto armado. Los contextos son distintos pero los resultados son los mismos: violación de los derechos humanos de los guatemaltecos por personas con el apoyo del Gobierno de turno. 

No debemos subestimar la frustración en Latinoamérica con la creciente Corrupción y no debemos subestimar la tolerancia actual a las soluciones tiránicas de gobiernos de “mano  dura” que prometen soluciones enérgicas para problemas intratables. Aprendamos de los errores de nuestra historia que estas acciones solamente sirven para destruir nuestro tejido social y violar los derechos humanos de todos nosotros.

Los gobiernos autoritarios nos han ofrecido intercambiar nuestras libertades individuales y el Estado de Derecho por una mayor seguridad personal y social. La verdad es que esto ha sido un gran engaño y nos han dañado por generaciones. Cuando un gobierno declara que es aceptable matar a sus ciudadanos sin el debido proceso o, en realidad, cualquier proceso, la indignación debió y debería de ser inmediata y clara; sin embargo, en Guatemala por muchas ocasiones nos hemos quedado mudos. La historia de Guatemala ha estado plagada por la violencia política y con el tiempo se ha transformado en violencia de clase. A pesar de la mayoría de los gobiernos formalmente democráticos, el “legado del autoritarismo” persiste y la presencia de “actores armados” prevalece como resultado de una larga historia de violencia. La violencia experimentada en nuestro país ha provocado una erosión del capital social y nos ha sumido en desconfianza social, falta de unidad y miedo. Aún estamos a tiempo de cambiar de rumbo.

¿Es Thelma Aldana de Derecha Progresista?

Thelma Aldana indicó en un programa de radio que ella era “de Derecha, pero de una Derecha de Avanzada que creen en la Igualdad”. Estos comentarios han hecho a muchos cuestionarse si no estará lanzando un discurso populista con el fin de atraer a la mayor cantidad de seguidores o si de verdad existe algo como una “Derecha de Avanzada”.  ¿Qué podrá ser esa ideología política?

Lo más cercano que conozco yo a la “Derecha de Avanzada” es la Derecha Progresista.  Esa Derecha tropicalizada a la cultura e historia de nuestros países es aquella que se caracteriza por creer en la importancia de los ajustes fiscales y la reducción del gasto público en salud, educación y obligaciones que no le competen. Y que, además, cree en la importancia de la flexibilización y liberalización del mercado laboral y empresarial. Las empresas podrían reducir las horas de trabajo y, en proporción, los sueldos. Se les permitiría, además, tomar empleados temporales, con sueldos bajos y despido fácil. Esta Derecha cree en la preeminencia de la libertad económica y fomenta reformas progresivas en lo social, económico, político e institucional que sirvan para profundizar la libertad de los individuos.

Es interesante que Aldana indique que es de Derecha pero cree en la Igualidad. ¿Por qué? Porque para un progresista la igualdad no es un objetivo.  En los aspectos socio-económicos, la principal consigna de una persona de ideología de derecha progresista es que a los individuos se les debe medir por sus capacidades y no por las condiciones en que nació. Así, a las personas pobres no se les debe buscar dar la igualdad de condiciones con las ricas ni tampoco a los ricos igualar sus condiciones con los más pobres.  Los progresistas no creen en la igualación sino en la mejora de las capacidades y conocimientos para todos según lo demanda el mercado.

Algo importante de la derecha progresista es que son democráticos hasta la médula y creen que el poder del voto y sus electores es fundamental para el desarrollo de sus programas y proyectos. Son personas que creen en el individualismo y en las libertades individuales como preeminentes pero que aceptan y buscan el pluralismo de opiniones y visiones. Para que, en conjunto, se busque el consenso y se establezcan objetivos comunes.

Personalmente, simpatizo mucho con esta ideología y me parecería muy interesante que Thelma Aldana o cualquier candidato guatemalteco fuese capaz de perseguir estos ideales. En la región no hemos tenido presidentes educados y que crean consistentemente en este tipo de ideologías.  Sería un hito para nuestro país superar el periodo obscuro de la derecha militarista que cree en la superioridad del Estado Policía por encima de los derechos individuales o de la social democracia corporativista que se ha caracterizado en crecer el Estado para beneficiar a sus amigos y aliados.

Somos muy pocos los progresistas que vivimos en Guatemala e implementar políticas públicas desde esta visión de gobierno eficiente y eficaz no será nada fácil para el candidato que llegue a la Presidencia. Enfrentará mucha oposición y un gobierno que está corrupto hasta sus raíces. Guatemala con sus terribles Índices de Desarrollo Humano no está en capacidad para entender y elegir un gobierno progresista y, a la vez, le urge tener a élite progresista que le gobierne. Veremos el próximo año quiénes se presentan como candidatos a la Presidencia.

El censo bajo un lente libertario

guatemaltecosLa importancia de un censo para la construcción del Estado es tan importante como conocer la mezcla necesaria de cemento para construir las columnas de una casa fuerte y sólida. Si usas muy poco cemento en tu mezcla, lo más probable es que la estructura colapse. Si usas demasiada materia prima, terminarás desperdiciando recursos que muy bien podrías utilizar para construir en otros lados o ampliar el terreno de la casa.

Durante siglos, el censar a la población ha sido una herramienta fundamental para la construcción del Estado. No solo sirve para tomar decisiones inmediatas y establecer planes a mediano y largo plazo, sino que también sirve para replantear la aplicabilidad de la teoría e identificar cómo diversos y múltiples factores de la conducta humana hacen de unos países ricos y otros pobres.

Para Guatemala, la actualización del censo poblacional tendrá muchos beneficios y oportunidades de mejora. Así como amenazas del abuso de esa valiosa información que podría darse de caer en malas manos. Algunos ataques libertarios y anarquistas se han hecho escuchar ya explicando que el censo solamente fortalecerá el tamaño del Estado para crecer y extraer recursos. Sin duda, un censo fortalece a un Estado pues le da más herramientas para crecer en números donde el Estado era ausente. Sin embargo, hay muchos otros beneficios tales como el aumento de la eficiencia y eficacia del trabajo estatal y el gasto del erario. Mi invitación a las personas partícipes del liberalismo clásico es a que se fijen no en el crecimiento del Estado post-censal sino en su fortalecimiento y en cómo estos datos eficientizarían la toma de decisiones públicas. El reto que nos queda está en la elección de los políticos y en los usos que de esa información los mismos harán.

Elaborando con el lente de la teoría de la Opción Pública, el censo nos será de utilidad para interpretar las fallas que ocurren en el terreno político actual. Y tal y como lo explica muy bien la teoría, en lugar de sugerir lo que debería ser, en base a evidencias realizar un diagnóstico desapasionado para actuar. Este análisis utiliza al censo para que, con base en una cuidadosa observación y análisis de las acciones de los distintos actores políticos, se tomen decisiones de forma democrática y participativa para todos los actores políticos.

Algunos de los beneficios que nos dará este censo en Guatemala son:

  • Establecer la densidad de población y permitirá al gobierno conocer las áreas con un número grande o pequeño de personas. De especial importancia es esta información para situaciones de crisis como las ocurridas recientemente en el volcán de Fuego donde al día de hoy el Estado no conoce con exactitud la cantidad de muertos y desaparecidos.
  • Determinar el número de guatemaltecos y guatemaltecas con mano de obra disponible en un momento determinado y en un área determinada del país para identificar zonas de desarrollo agrícola, industrial o manufacturero.
  • Proveer de un sistema de atención de salud eficaz con el número de doctores y hospitales y centros de salud requeridos para las poblaciones en territorios determinados.
  • Proveedor de un sistema de educación eficaz basado en un buen conocimiento de la diversidad de la población de nuestro país.
  • Reconocer el número total de personas por su etnia, edad, ocupación, distribución geográfica. El Reconocimiento de las poblaciones es importante para conocer sus necesidades y fortalecer la presencia del Estado de acuerdo con estos grupos culturales. Desafortunadamente, en este censo no se incluye el de identidad sexual y dejamos a una importante población fuera de ser reconocida.
  • Realizar una mejor planificación económica y de desarrollo a mediano y largo plazo requiere de cifras que solo se consiguen en censos poblacionales.
  • A través del censo, el gobierno podrá saber el número de adultos imponibles y esto ayudará en gran medida a la estimación de los ingresos esperados anualmente. Además, le permitirá al gobierno conocer el tamaño real de la economía formal e informal y los territorios donde esta brecha puede reducirse.

El aspecto más importante en cualquier sociedad es el capital humano. El censo es importante porque este proceso ayuda a compilar un perfil numérico de quiénes somos “Guatemala”. Esto, a su vez, informa la toma de decisiones en todos los niveles, tanto en el gobierno como en el sector privado. Recordando al célebre Henry Hazlitt, es cierto que el gobierno es incapaz de darnos algo sin despojarnos de algo más y para esto el censo se convierte en una valiosa herramienta de aumento de eficiencia y eficacia. Quedará en nuestras manos que, como ciudadanos educados con esta valiosa información, presionemos e induzcamos a los políticos a actuar en pro de la maximización del bienestar colectivo.

Jimmy está desnudo

Vivió en una república bananera un presidente tan, pero tan aficionado a la ropa, que gastaba todo el dinero del pueblo en trajes, tenis y lentes de diseñador nuevos. Cuando inspeccionaba las tropas, cuando iba al teatro o cuando andaba de paseo, su único afán era mostrar sus nuevos vestidos y chilerearlos como nunca había podido hacer con el dinero propio. Se cambiaba a cada rato y así como suele decirse que el presidente “está en el Consejo”, de él decían “El presidente está en el clóset”.

La ciudad de Guatemala era una ciudad llena de alegría gracias a los muchos extranjeros que la visitaban desde que la comunidad internacional había elegido este país como un lugar para desarrollar sus proyectos de desarrollo e inversión. Un día llegaron dos tramposos haciéndose pasar por diseñadores de modas evangélicos y proclamando que sabían tejer la más bella tela del mundo. Los colores y los diseños eran de gran hermosura, pero además de eso, los trajes confeccionados con esa tela tenían una maravillosa virtud: eran invisibles para los que no desempeñaban bien sus cargos o carecían de inteligencia. —Esa ropa no tiene precio —reflexionó el presidente—; con ella podré distinguir a los amigos de mi gobierno y a los socialistas y terroristas que trabajan con la CICIG. Sí, necesito sin falta esa tela. Así que adelantó a los “diseñadores” una considerable cantidad de quetzales que le pidió a la SAAS para que comenzaran a trabajar de inmediato.

Los supuestos diseñadores armaron telares y fingieron que tejían, aunque las bobinas estaban absolutamente vacías. Pedían más y más seda fina y oro más fino todavía, y todo iba a dar a sus bolsillos mientras trabajaban hasta altas horas de la noche en sus desocupados telares. —De alguna forma tengo que saber qué han hecho — dijo el presidente. Se le encogía el corazón al pensar que los tontos y los incapaces no verían la tela… No es que dudara de sí mismo, pero estimó preferible mandar a alguien para que examinara el trabajo antes que él. Los habitantes de la ciudad sabían que la tela tenía una maravillosa virtud, y ardían de impaciencia por ver hasta qué punto sus vecinos eran tontos o incapaces. —Enviaré a mi buen ministro de economía —pensó el presidente— a visitar a los diseñadores. Nadie mejor calificado que él para juzgar la tela: se distingue por lo inteligente y por lo capaz. El honrado y siempre bien vestido ministro entró al taller donde los dos impostores trabajaban en sus telares vacíos. —¡Dios! —pensó, abriendo los ojos de par en par—, no veo nada. Sin embargo prefirió no decir ni una sola palabra.

Los diseñadores lo invitaron a acercarse y para que pudiere admirar el fino diseño y los maravillosos colores de la tela. Le mostraban los telares vacíos y el pobre ministro abría los ojos sin poder ver cosa alguna, sencillamente porque no había nada. —¡Dios mío! —pensó—, ¿seré un incapaz? No me atrevo a confesar que la tela es invisible para mí. —¡Bueno! ¿Qué opina? —le dijo uno de los tejedores. —¡Bonito, realmente muy bonito! —contestó, poniéndose los anteojos—. Ese diseño y esos colores…, hermosos. Le diré al presidente que he quedado muy satisfecho. —Lo cual nos causa mucho placer —dijeron los dos diseñadores, mostrándole colores y diseños imaginarios y dándoles nombres apropiados. El ministro puso la mayor atención para luego repetir al presidente una por una las explicaciones.

Los diseñadores tramposos seguían pidiendo más dinero, seda y oro; eran cantidades enormes las que necesitaban para esa tela. Claro que todo iba a parar a sus bolsillos; el telar siempre vacío y ellos trabajando. Después de pasado algún tiempo, el presidente envió otro honrado consejero militar a examinar el tejido y a averiguar si faltaba mucho para terminarlo. Al nuevo delegado le pasó lo mismo que al ministro. Por más que miraba y miraba, nada veía. —¿No es un tejido maravilloso? —preguntaron los dos impostores, explicándole el soberbio diseño y los primorosos colores que no existían. —“¡Pero sin embargo yo no soy un estúpido!” —pensaba el hombre—. “¿Es que no soy capaz de desempeñarme en mi empleo? Raro asunto, pero ya me preocuparé de no perderlo.” Elogió la tela y se deshizo en halagos por el gusto en la elección de los colores y en el diseño. —Nunca he visto una pieza tan magnífica —dijo al presidente, y toda la ciudad habló de la extraordinaria tela. Por último el presidente mismo quiso verla mientras todavía estuviese en el telar. Con selecta comitiva, en la cual iban los dos honestos funcionarios, visitó a los astutos diseñadores que seguían tejiendo, aplicadamente, aunque sin seda, sin oro y sin hilo alguno. —¿No es magnífica? —dijo el ministro de economía.

—Los colores y el diseño son dignos de Vuestra Excelencia —dijo el otro consejero militar. Con el dedo le indicaban el telar vacío, como si hubieran visto allí alguna cosa. —“¿Qué es esto?” —pensó el presidente—; “no veo nada. Qué espanto. ¿Seré tonto, entonces? ¿Incapaz de gobernar? No me podía haber sucedido nada peor…” Pero en voz alta exclamó: —¡Espléndida! Ustedes son testigos de mi satisfacción. Meneó la cabeza como si estuviera de lo más satisfecho y miró el telar sin atreverse a confesar la verdad. Todos los consejeros, ministros y señores importantes que habían en su comitiva hicieron lo mismo, uno tras otro. Aunque no veían nada, repitieron tras el presidente: —¡Es espléndida!— Y llegaron a aconsejarle que vistiera la nueva tela para el primer evento importante que hubiese. —¡Magnífica! ¡Admirable! ¡Hermosa! —exclamaban a coro, y el contento era general, aunque no habían visto nada. Los impostores fueron condecorados y recibieron la medalla “Cruz del Ejército de Guatemala” y que solo se entrega a personas que han puesto en alto el nombre de Guatemala..

La noche anterior al desfile ambos diseñadores se quedaron en pie y trabajando a la luz de dieciséis candelas. Todos veían lo muy ocupados que estaban. Hicieron, por último, como si retirasen la tela del telar, cortaron el aire con grandes tijeras, cosieron con agujas sin hilo y acabaron anunciando que el traje estaba listo. Seguido por sus edecanes, el presidente fue a examinarlo, y los muy pillos, levantando los brazos como si sostuvieran algo en ellos, le dijeron: —Aquí está el pantalón, aquí la chaqueta, aquí la capa. Traje ligero como una tela de araña. No tema que le pese en el cuerpo. Ahí reside la principal ventaja de esta tela. —Es verdad —contestaron los edecanes, que nada veían puesto que nada había. —Si Vuestra Excelencia tiene la bondad de desnudarse, probaremos el traje ante el gran espejo. El presidente se sacó la ropa y los bribones hicieron como si le fueran pasando una a una las nuevas prendas. Finalmente le sujetaron la larga capa que dos ministros lamebotas debían sostener. Él se volvió hacia el espejo y se miró de un lado y del otro. —¡Por Dios! ¡Qué bien le queda! ¡Qué hechura más elegante! —exclamaron al mismo tiempo todos los burócratas. —¡Qué diseño! ¡Qué colores! ¡Qué traje tan magnífico!

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El día del defile llegó y la reunión se llevó a cabo en el Congreso de la Republica.  La reunión inició cuando el Presidente del Congreso dio la bienvenida a todos los presentes. —El toldo de Vuestra Excelencia espera en la puerta para ingresar al Pleno del Congreso. —¡Bien! Estoy listo —contestó el presidente—. Creo que el traje no me sienta demasiado mal. Volvió a mirarse en el espejo, para gozar con su esplendor. Los chambelanes encargados de llevar la cola hicieron como que levantaban algo del suelo; y lo alzaron entre las manos, sin querer admitir que no veían absolutamente nada. El emperador marchaba ufano por el desfile bajo su magnífico palio. Toda la gente de la ciudad había salido a la calle o miraba por los balcones y ventanas. Y decían: —¡Qué traje más regio! ¡Qué cola tan adorable! ¡Qué caída perfecta! Nadie reconocía la verdad temiendo ser tildado de tonto o de incapaz para desempeñarse en su empleo. Así que nunca ningún traje del presidente alcanzó tales niveles de admiración.

—Me parece que va sin ropa —observó un niñito que estaba sentado en el palco del Cuerpo Diplomático. —¡Señor, es la voz de la inocencia! —lo excusó el padre que era un embajador europeo. Pero pronto se elevaron murmullos repitiendo las palabras del niño. —¡Un niñito dijo que el presidente no llevaba ninguna ropa! —¡No lleva ropa! —gritó por fin el pueblo. El presidente se sintió extremadamente mortificado, pues creía que estaban en lo cierto. Pero tras una reflexión, decidió lo siguiente: —Pase lo que pase, ¡debo permanecer así hasta el final! Se irguió con más orgullo aún y sus chambelanes siguieron llevándole la cola que no existía.

FIN


Esta es una adaptación de la fábula original de “El traje nuevo del Emperador” escrita por el escritor danés Hans Christian Andersen.

Guatemala y la Rebelión en la Granja

Una vez más, estamos a las puertas de la intensificación de la crisis política que arrancó con las capturas e investigaciones del MP y la CICIG. Guatemala sigue luchando por su independencia mientras los dueños de la riqueza y del poder buscan controlar los medios, acallar a los opositores y someter a quienes aún estamos libres. Hoy recordaré la Rebelión en la Granja escrita por George Orwell, esta obra se imprimió en mi pensamiento político y me ha hecho reflexionar en repetidas ocasiones sobre la naturaleza de nuestra democracia.

Cambiar una ortodoxia por otra no supone necesariamente un progreso.[i]

La Rebelión en la Granja  fue escrita por George Orwell para cuestionar el avance de la historia política tomando como ejemplo la corrupción del sistema socialista después de la Segunda Guerra Mundial. En la obra, Orwell criticó el orden socialista de la URSS en forma de una fábula con animales que eran liderados por cerdos.

En la granja habían distintos animales como el cuervo, que representaba la religión ortodoxa y obedecía intereses paralelos, las gallinas que representaban a los seres más ignorantes del territorio soviético y que no tenían una educación política, económica y social; las ovejas que representaban al pueblo capaz de decidir, con voz y voto pero que, por engaños y trampas obedecían en silencio; los caballos y el burro que representaban a la clase media que obedecía servilmente a la causa de sus amos; los perros que representaban el ejército creado por los cerdos para suprimir cualquier intento de protesta y subversión. Todos estos animales estaban bajo el gobierno de los cerdos, la clase dirigente y los ases bajo la mesa con los cuales sus líderes Napoleón (José Stalin) y Snowball (León Trotsky) dirigían las labores de la granja.

El Cerdo Napoleón escaló rápidamente en los puestos dirigentes hasta tomar el control de la Granja. En su ascenso, actuó con astucia para eliminar a su oposición y prontamente se deshace de su principal aliado y opositor el cerdo Snowball, acusándolo de traición.

Esta fábula fue escrita como una elocuente y voraz fotografía de nuestra sociedad. Y de acá podemos hacer muchas analogías para entender lo que está sucediendo en nuestra sociedad guatemalteca actualmente.

Hemos visto cómo nuestros líderes de distintos sectores han caído víctimas de la avaricia, el poder y la ostentación. Se consolidó un Pacto de Corruptos en septiembre de 2017 y se ha fortalecido con la elección de una cuestionada Junta Directiva del Congreso de la República. El año 2018 será un año decisivo para la continuación o fracaso de la lucha contra la impunidad que la CICIG y el MP han realizado en los últimos años contra viento y marea.

Nuestro país, al igual que en la Granja de Orwell, ha caído víctima de los cerdos que desean proteger su poder y privilegios a toda costa. Detrás de bambalinas la lucha entre los cerdos también ha aumentado y hay facciones en la elite del Estado Paralelo respecto a quién debe controlar qué pedazo del país. En Guatemala, como en la Granja, los ideales han sido suplantados por la “normalización de la corrupción”, la protección de intereses económicos corporativistas, el despilfarro del erario público, la prepotencia del garrote por quienes controlan el gobierno y las amenazas a quienes nos atrevemos a escribir y pensar distinto a ellos.

En la Rebelión de la Granja Orwell explica, al igual que hicieron los griegos dos mil años antes, que hay dos factores fundamentales para destruir cualquier sistema democrático: la ignorancia del pueblo y la falta de virtudes de los líderes que llegan al poder.

¿Por qué la ignorancia es un problema en las democracias? Simplemente porque a una persona ilustrada no se le puede engañar tan fácilmente como para que acepte cambiar su estatus quo y, mucho menos, que acepte entregar su protección a líderes que carecen de los principios éticos y jurídicos de una sociedad de hombres libres.

Como segundo punto, en la Rebelión se menciona la falta de virtudes de los líderes como uno de los peores problemas de las democracias. Ese es el caso de nuestra Guatemala donde nuestros líderes, tan pronto llegan el poder, lo manejan a su conveniencia y hacen de él lo que les place. Manejados siempre, como los cerdos, por sentimientos de arrogancia, avaricia y arribismo.

No hay mejor fotografía de un cerdo que la figura del arribista Jimmy Morales que ha sido incapaz de responsabilizarse de los sobresueldos, compras y lujos que ha recibido. Como él, los líderes políticos, se rodean de oportunistas que les permiten enriquecerse ilícitamente y hacen a un lado a las personas éticas que desean hacer un cambio justo y merecido para los animales. Como en la Granja, a todos los que nos oponemos al régimen nos acusan de “vulgares” y, tal como ocurrió con el cerdo Snowball, nos buscarán acusar de traición.

En la obra de Orwell se ejemplifica en repetidas ocasiones como es que los cerdos se distancian poco a poco del resto de los animales y se sitúan en un lugar preferencial. Mientras tanto, el abuso de poder de los cerdos se acompañaba de la supresión violenta y silenciosa de la oposición para establecer un nuevo régimen. Al respecto, las palabras de Henry Kissinger son elocuentes porque todo cambio o revolución trae consigo la “ley de hierro de las revoluciones: cuanto más extensa sea la erradicación de la autoridad, tanto más deberán basarse sus sucesores en la fuerza bruta para establecerse”[ii].

Los momentos que vivimos en Guatemala son de una fuerza impresionante y como no hemos visto en muchos años. La libertad de los guatemaltecos para construir y perseguir nuestros sueños está siendo amenazada por un gobierno corrupto que es apoyado una elite económica que se ha enriquecido en muchas ocasiones ilícitamente. Este es un momento muy importante para que continuemos siendo críticos ciudadanos de nuestro gobierno. A quienes no han leído la Rebelión en la Granja los invitó a hacerlo y a quienes ya la leyeron, las invito a reflexionar sobre cómo podemos rescatar a nuestra Guatemala de la tiranía de los cerdos. ¡Aún estamos a tiempo!

[i] “Orwell, George (1978). Rebelión en la Granja. España: Ediciones Destino. pp. 42

[ii] Kissinger, Henry (1995). La Diplomacia. México: Fondo de Cultura Económica.  pp. 648