Una vez más, estamos a las puertas de la intensificación de la crisis política que arrancó con las capturas e investigaciones del MP y la CICIG. Guatemala sigue luchando por su independencia mientras los dueños de la riqueza y del poder buscan controlar los medios, acallar a los opositores y someter a quienes aún estamos libres. Hoy recordaré la Rebelión en la Granja escrita por George Orwell, esta obra se imprimió en mi pensamiento político y me ha hecho reflexionar en repetidas ocasiones sobre la naturaleza de nuestra democracia.
Cambiar una ortodoxia por otra no supone necesariamente un progreso.[i]
La Rebelión en la Granja fue escrita por George Orwell para cuestionar el avance de la historia política tomando como ejemplo la corrupción del sistema socialista después de la Segunda Guerra Mundial. En la obra, Orwell criticó el orden socialista de la URSS en forma de una fábula con animales que eran liderados por cerdos.
En la granja habían distintos animales como el cuervo, que representaba la religión ortodoxa y obedecía intereses paralelos, las gallinas que representaban a los seres más ignorantes del territorio soviético y que no tenían una educación política, económica y social; las ovejas que representaban al pueblo capaz de decidir, con voz y voto pero que, por engaños y trampas obedecían en silencio; los caballos y el burro que representaban a la clase media que obedecía servilmente a la causa de sus amos; los perros que representaban el ejército creado por los cerdos para suprimir cualquier intento de protesta y subversión. Todos estos animales estaban bajo el gobierno de los cerdos, la clase dirigente y los ases bajo la mesa con los cuales sus líderes Napoleón (José Stalin) y Snowball (León Trotsky) dirigían las labores de la granja.
El Cerdo Napoleón escaló rápidamente en los puestos dirigentes hasta tomar el control de la Granja. En su ascenso, actuó con astucia para eliminar a su oposición y prontamente se deshace de su principal aliado y opositor el cerdo Snowball, acusándolo de traición.
Esta fábula fue escrita como una elocuente y voraz fotografía de nuestra sociedad. Y de acá podemos hacer muchas analogías para entender lo que está sucediendo en nuestra sociedad guatemalteca actualmente.
Hemos visto cómo nuestros líderes de distintos sectores han caído víctimas de la avaricia, el poder y la ostentación. Se consolidó un Pacto de Corruptos en septiembre de 2017 y se ha fortalecido con la elección de una cuestionada Junta Directiva del Congreso de la República. El año 2018 será un año decisivo para la continuación o fracaso de la lucha contra la impunidad que la CICIG y el MP han realizado en los últimos años contra viento y marea.
Nuestro país, al igual que en la Granja de Orwell, ha caído víctima de los cerdos que desean proteger su poder y privilegios a toda costa. Detrás de bambalinas la lucha entre los cerdos también ha aumentado y hay facciones en la elite del Estado Paralelo respecto a quién debe controlar qué pedazo del país. En Guatemala, como en la Granja, los ideales han sido suplantados por la “normalización de la corrupción”, la protección de intereses económicos corporativistas, el despilfarro del erario público, la prepotencia del garrote por quienes controlan el gobierno y las amenazas a quienes nos atrevemos a escribir y pensar distinto a ellos.
En la Rebelión de la Granja Orwell explica, al igual que hicieron los griegos dos mil años antes, que hay dos factores fundamentales para destruir cualquier sistema democrático: la ignorancia del pueblo y la falta de virtudes de los líderes que llegan al poder.
¿Por qué la ignorancia es un problema en las democracias? Simplemente porque a una persona ilustrada no se le puede engañar tan fácilmente como para que acepte cambiar su estatus quo y, mucho menos, que acepte entregar su protección a líderes que carecen de los principios éticos y jurídicos de una sociedad de hombres libres.
Como segundo punto, en la Rebelión se menciona la falta de virtudes de los líderes como uno de los peores problemas de las democracias. Ese es el caso de nuestra Guatemala donde nuestros líderes, tan pronto llegan el poder, lo manejan a su conveniencia y hacen de él lo que les place. Manejados siempre, como los cerdos, por sentimientos de arrogancia, avaricia y arribismo.
No hay mejor fotografía de un cerdo que la figura del arribista Jimmy Morales que ha sido incapaz de responsabilizarse de los sobresueldos, compras y lujos que ha recibido. Como él, los líderes políticos, se rodean de oportunistas que les permiten enriquecerse ilícitamente y hacen a un lado a las personas éticas que desean hacer un cambio justo y merecido para los animales. Como en la Granja, a todos los que nos oponemos al régimen nos acusan de “vulgares” y, tal como ocurrió con el cerdo Snowball, nos buscarán acusar de traición.
En la obra de Orwell se ejemplifica en repetidas ocasiones como es que los cerdos se distancian poco a poco del resto de los animales y se sitúan en un lugar preferencial. Mientras tanto, el abuso de poder de los cerdos se acompañaba de la supresión violenta y silenciosa de la oposición para establecer un nuevo régimen. Al respecto, las palabras de Henry Kissinger son elocuentes porque todo cambio o revolución trae consigo la “ley de hierro de las revoluciones: cuanto más extensa sea la erradicación de la autoridad, tanto más deberán basarse sus sucesores en la fuerza bruta para establecerse”[ii].
Los momentos que vivimos en Guatemala son de una fuerza impresionante y como no hemos visto en muchos años. La libertad de los guatemaltecos para construir y perseguir nuestros sueños está siendo amenazada por un gobierno corrupto que es apoyado una elite económica que se ha enriquecido en muchas ocasiones ilícitamente. Este es un momento muy importante para que continuemos siendo críticos ciudadanos de nuestro gobierno. A quienes no han leído la Rebelión en la Granja los invitó a hacerlo y a quienes ya la leyeron, las invito a reflexionar sobre cómo podemos rescatar a nuestra Guatemala de la tiranía de los cerdos. ¡Aún estamos a tiempo!
[i] “Orwell, George (1978). Rebelión en la Granja. España: Ediciones Destino. pp. 42
[ii] Kissinger, Henry (1995). La Diplomacia. México: Fondo de Cultura Económica. pp. 648
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