El rol de las instituciones ante el Cambio Climático, los Estudios Globales y las ideas de Acemoğlu-Robinson-Johnson

Los Estudios Globales fueron el campo de especialización que estudié durante mis maestrías en Alemania y Dinamarca hace más de diez años. En ese entonces, esta disciplina era aún difícil de explicar y entender, y a menudo enfrentábamos críticas debido a su enfoque interdisciplinario, que examina exhaustivamente procesos, sistemas y problemas globales con énfasis en la interconexión de las dinámicas económicas, políticas y sociales entre las naciones. Esto nos llevaba a complejas discusiones ad infinitum que a los académicos suele irritar. Con la reciente entrega del Nobel de Economía 2024 a Acemoğlu, Robinson y Johnson, en particular por su análisis de los marcos institucionales y su impacto en el desarrollo económico en Why Nations Fail, considero relevante compartir cómo sus ideas se alinean con los Estudios Globales. Estos académicos exploran el papel fundamental de las instituciones políticas y económicas en la configuración de las desigualdades entre países, y cómo estas instituciones resultan clave para enfrentar la crisis climática actual.

Las ideas de Acemoğlu-Robinson-Johnson y de los Estudios Globales se alimentan de una gran diversidad de autores, perspectivas e ideologías y son complementarios por ramas muy importantes como la Teoría de los Sistemas Mundiales de Wallerstein, que considera al capitalismo global como un sistema que mantiene dependencias entre el centro y la periferia, reforzando las disparidades entre las naciones desarrolladas y en desarrollo. Asimismo, el análisis de Marx del capitalismo y las luchas de clases ofrece perspectivas fundamentales sobre las estructuras económicas y las relaciones de poder que los Estudios Globales examinan, especialmente para comprender cómo el capitalismo global puede perpetuar las desigualdades. Juntos, estos académicos y muchos otros que se han especializado en territorios o ramas de las ciencias humanas más específicas, contribuyen a una comprensión integral dentro de los Estudios Globales de cómo los sistemas económicos globales y los factores institucionales influyen en las disparidades y dan forma al orden global.

En mi caso, mi especialización en el impacto que el cambio climático y la práctica de nuevos modelos económicos de comercio sostenible como la economía circular me han llevado a ver cómo fenómenos globales, han suscitado preocupaciones no solo en términos de sus impactos medioambientales, sino también en relación con sus efectos en la estructura y funcionamiento de las instituciones. Este artículo busca explorar la relación entre el cambio climático y las instituciones de forma breve y con temas que podrían tomarnos un libro entero para analizar. Asimismo, presentaré cuál es su rol dentro del contexto de la “big history” o “gran historia” que ha inspirado la ideología detrás de estos autores laureados al presentar una perspectiva histórica que sitúa los eventos humanos dentro de la vasta cronología del universo.

La Big History y el cambio climático: un contexto macrohistórico

Cuando hablamos de “big history” nos referimos a un enfoque donde se considera la historia del ser humano no de manera aislada, sino como una pequeña parte de un proceso mucho más extenso que abarca desde el Big Bang hasta el presente. En este marco, el cambio climático representa un punto de inflexión que puede ser interpretado como un desencadenante de transformaciones a gran escala, similar a otros eventos disruptivos como la Revolución Agrícola o la Revolución Industrial y la actual Revolución del Internet y la Inteligencia Artificial que está reconfigurando desde ya el futuro de la humanidad.

El cambio climático es un evento dentro de esta narrativa que fuerza una reinterpretación de la relación de los seres humanos con el entorno natural y con las instituciones que continuarán sosteniendo esta sociedad vulnerable a las dinámicas de la naturaleza planetaria. Este cambio, se ha convertido en un catalizador que no solo modifica el clima y los ecosistemas, sino que también exige la adaptación de las instituciones y las estructuras económicas y políticas.

El rol de las instituciones y su vinculación con el cambio climático. La Adaptación y Resiliencia son clave

Las instituciones, entendidas como los sistemas de normas, reglas y estructuras organizativas que regulan el comportamiento social y económico, juegan un papel fundamental en la respuesta a la crisis climática. Las instituciones políticas y económicas se encuentran ahora en una encrucijada, ya que deben responder a desafíos sin precedentes que ponen a prueba su capacidad de adaptación y resiliencia. En este contexto, es útil aplicar conceptos de la teoría institucional para analizar cómo las instituciones han reaccionado —o no— ante el cambio climático y cómo otras instituciones han sido las causantes —o no— de la aceleración de este cambio. Al respecto, mencionaré tres funciones clave que pueden resaltar el rol de las instituciones frente a esta problemática:

  1. Regulación ambiental y gobierno eficiente: conforme se intensifica el cambio climático, las instituciones deben desarrollar e implementar regulaciones que promuevan la sostenibilidad y mitiguen los efectos ambientales. Para esto, se requiere crear desde políticas de control de las emisiones de CO2 hasta acuerdos internacionales como el Acuerdo de París y la Agenda 2030. La efectividad de estas regulaciones dependerá de la capacidad de las instituciones para adaptarse a la incertidumbre y coordinar respuestas integrales.
  2. Rediseño económico: el cambio climático también ha implicado una reconfiguración económica y el surgimiento de mecanismos de gobierno autoritarios que limiten el libre mercado y regulen la acción humana hacia sistemas proteccionistas y autoritarios. La transición hacia una economía baja en carbono y sostenible requiere una transformación significativa de las instituciones financieras y comerciales que en algunos países ha dependido de sistemas unipartidistas y totalitarios para reafirmar sus objetivos. Otros, como en la Unión Europea, han logrado establecer el consenso para alcanzar estas metas a la vez que protegen sus economías y cierran sus fronteras a la importación de CO2 vía fletes de transporte o productos fabricados como resultado de la deforestación. Es aquí donde el rol de economistas, internacionalistas y politólogos es crucial para analizar y promover políticas que permitan esta transición sin perjudicar el desarrollo económico.
  3. Innovación social y tecnológica: las instituciones también son fundamentales para fomentar la innovación social y la aceleración de la adaptación tecnológica. Estos son elementos necesarios para enfrentar el cambio climático y para fortalecer una población responsable de sus acciones bajo marcos regulatorios sólidos y certeza jurídica. Las universidades, centros de investigación y principalmente las empresas multinacionales han desempeñado un papel clave en esta reeducación social y aceleración tecnológica mediante la promoción de tecnologías limpias, creación de modas “verdes” y cumplimiento de certificaciones y prácticas sostenibles como el uso de empaques reciclables o de fuentes renovables. La colaboración interinstitucional es esencial para que estas innovaciones puedan escalar y ser efectivas a nivel global.

El rol de las Instituciones en el contexto de la Big History y el cambio climático

En el marco de la “big history” y de los estudios globales, el cambio climático puede ser visto como un momento crucial que demanda una reevaluación de las instituciones existentes de la misma manera en que Acemoglu-Robinson analizaron a países, regiones y civilizaciones. A lo largo de la historia, cada gran cambio estructural ha dado lugar a una reconfiguración de las instituciones, desde las primeras civilizaciones hasta las actuales democracias industriales capitalistas y los sistemas totalitarios de economía mixta. Actualmente, las instituciones enfrentan un reto similar: evolucionar o quedar obsoletas y ser víctimas del cambio climático. Las instituciones que logran adaptarse y promover una economía resiliente y sostenible podrían no solo sobrevivir, sino también liderar un nuevo capítulo en la gran historia de la humanidad. Algo que no ocurre por primera ocasión y que el caso de la caída de la civilización maya es un excelente ejemplo respecto a otros momentos críticos en la historia, en los que la respuesta institucional al cambio climático determinó el curso de la civilización humana.

El camino que queda ante nosotros para combatir el cambio climático desde instituciones nuevas y fortalecidas

Para los académicos y los tomadores de decisiones en el gobierno y las empresas, la relación entre el cambio climático y las instituciones ofrece un campo fértil para el análisis de cómo las estructuras de poder y gobernanza están respondiendo a este desafío global. La historia ha demostrado que las instituciones son capaces de cambiar en respuesta a crisis significativas y hoy nos encontramos ante una oportunidad similar. Por su parte, los globalistas tenemos el inmenso reto de diseñar modelos y estrategias socioeconómicas y políticas que faciliten la transición hacia economías sostenibles, considerando no solo los beneficios ambientales, sino también las implicaciones socioeconómicas para diferentes sectores de la sociedad. El cambio climático, en este contexto, se convierte no solo en un problema que resolver, sino en una oportunidad para reformular y reforzar el papel de las instituciones en el desarrollo humano. La premiación que hicieron del Nobel a Acemoğlu-Robinson-Johnson, nos debe invitar a continuar haciendo siempre análisis interdisciplinarios para entender cómo podremos enfrentar el futuro y construir sociedades más resilientes y sostenibles en el marco de los desafíos actuales y venideros.

El Costo del Calor, ¿cómo el cambio climático afectará la economía global y amenaza la paz mundial?

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Hace unos días fue publicado el artículo de Adrien Bilal de Harvard y Diego R. Känzig de la Universidad de Northwestern analizando el impacto de los cambios globales de temperatura en la actividad económica y su impacto en el crecimiento del PIB per cápita. Este importantísimo artículo ha sido publicado justamente en una fecha muy lamentable para el estudio del cambio climático antropogénico dado que, a partir del 1 de junio de 2024, la media móvil de 365 días de la temperatura de la superficie global alcanzó 1,63°C por encima de la línea de base preindustrial de 1850-1900. Ante esta situación, los expertos están actualizando todos sus indicadores debido al rápido incremento de la temperatura global que está alterando todos los modelos de proyección. A esta crítica situación de valores atípicos, se suma que la anomalía diaria vuelve a superar los 1,7°C.

En el estudio, “The Macroeconomic Impact of Climate Change: Global vs. Local Temperature(link al PDF) Bilal y Kännzig exploran las diferencias entre los efectos de la temperatura global y la temperatura local, destacando cómo estos choques climáticos afectan tanto la productividad como la depreciación del capital, impactando a los países ricos y pobres por igual, aunque de manera exponencialmente más fuerte en los países pobres.

Los investigadores descubrieron que un aumento de 1°Celsius en la temperatura global conduce a una disminución del 12% en el producto interno bruto (PIB) mundial (equivalente casi al PIB de China al 2023), este dato es una estimación mucho más alta que la de análisis anteriores. El mundo ya se ha calentado más de 1°Celsius desde la época preindustrial, y muchos científicos del clima predicen que se producirá un aumento de 3°Celsius para finales de este siglo. La causa de esta aceleración del calentamiento radica en que la quema de combustibles fósiles e industrialización se mantendrá incrementando. El anterior, es un escenario que, según el nuevo documento de trabajo tendrá un costo económico enorme.

El estudio evalúa las consecuencias del cambio climático en el bienestar general y en el costo social del carbono. Bilal y Känzig sostienen que sus resultados indican un costo social del carbono (SCC) de $1,056 por tonelada de CO2 y una pérdida de bienestar del 31% en un escenario de calentamiento moderado. Esto es comparable a los efectos de una guerra perpetua en el mundo.

Estos hallazgos subrayan que el cambio climático no solo es una amenaza significativa para la economía mundial, sino que también tiene implicaciones importantes para la política de descarbonización. Bilal y Känzig destacan que muchas intervenciones de descarbonización tienen un costo que varía entre $27 y $95 por tonelada de CO2 eliminada que también confirma el estudio “Implicaciones económicas de las disposiciones climáticas de la Ley de Reducción de la Inflación” realizado por Bistline et al. en 2023.

La recomendación de los autores enfatiza en la importancia de entender estos efectos para poder desarrollar políticas eficaces que mitiguen el impacto económico del cambio climático y promuevan un crecimiento sostenible que evite los conflictos bélicos.

El cambio climático, al alterar los patrones climáticos y reducir la disponibilidad de recursos naturales esenciales como agua y tierras cultivables, puede exacerbar tensiones sociales y económicas, incrementando la probabilidad de conflictos armados. Las poblaciones afectadas por sequías prolongadas, inundaciones y otros eventos extremos pueden verse forzadas a migrar, generando competencia por recursos escasos en las áreas receptoras y potenciales enfrentamientos. Para detener esta trayectoria hacia la conflictividad, es crucial implementar políticas globales y regionales de manejo sostenible de recursos, promover la cooperación internacional para la adaptación climática y la resiliencia comunitaria, e invertir en tecnologías y prácticas agrícolas sostenibles que optimicen el uso de los recursos naturales. Además, fomentar la descarbonización de las economías y el uso de energías renovables reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero, mitigando así los impactos más severos del cambio climático.

Agenda 2030: ODS 14

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (ODS, por sus siglas) tiene como meta conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos. Este ODS se enfoca en la protección de los ecosistemas acuáticos y en la toma de medidas por los individuos, el sector privado y los gobiernos que contribuyan a asegurar no solo el cuidado sino el uso responsable y sostenible de estos ecosistemas.

Para todos los países del sur global, alcanzar el ODS14 implica la prevención y reducción de la contaminación marina por industrias que no cumplen con los requisitos ambientales. Especialmente, este ODS busca que se establezcan normativas en todos los países que mejoren los estándares de calidad de aguas que se utilizan y los desechos de agua que sean parte de programas integrales de tratamiento. La gestión y protección de los ecosistemas marinos requiere que, desde las áreas urbanas en lo alto de las montañas se cuente con el tratamiento adecuado de las aguas vertidas por hogares, comercios e industrias.

Proteger los ecosistemas marinos también requiere de que los países incluyan en sus currículas educativas un plan de educación integral para que desde niños aprendamos a consumir y utilizar el agua de forma responsable. Este ODS es de vital importancia en países donde el estrés hídrico ya es un problema que se vincula con problemas secundarios peligrosos como: incremento de enfermedades por falta de acceso a agua sana y potable, enfermedades por falta de higiene adecuada, entre otros.

el ODS14 también tiene por objetivo la educación sobre la importancia de la protección de ecosistemas marinos y entorno a las zonas marinas. Uno de los pulmones más importantes del mundo es el generado por los ecosistemas de manglares que tienen una capacidad inmensa de absorción de CO2, generación de oxígeno y protección de las costas ante el incremento de las lluvias e inundaciones. Guatemala cuenta con una de las barreras de manglares más importantes del mundo y el ODS14 busca que las personas conozcan y protejan estos ecosistemas.

Pero el ODS14 no solo se relaciona con el agua, sino también con la protección de los bosques y el fomento de la reforestación como una de las herramientas más importantes que tiene el hombre para asegurar que sigamos contando con la suficiente agua dulce para sostener nuestra vida. Desde 1950, la cobertura de bosques en Guatemala se ha reducido a más de la mitad por causa de la deforestación ilegal, agricultura, ganadería y el uso de madera para las cocinas. Es de vital importancia que desde los distintos campos de influencia, fomentemos la reforestación como una de las principales acciones para alcanzar esta meta de la Agenda 2030.

Los ODS son parte de una agenda compartida entre todos los países y funcionan como una herramienta común para alcanzar indicadores globales de mejora de las condiciones de vida para todas las personas. Guatemala se ha comprometido con sus ciudadanos y con los países del mundo para alcanzar en alianza los 17 ODS y los futuros gobiernos deberán velar por el alcance de estos compromisos. Reducir la pobreza mediante acciones legislativas, inversión estatal y privada y mediante programas de gobierno con impactos multidimensionales serán necesarios para mejorar las condiciones de vida económica y de salud, alimentación, educación, vivienda y acceso a los servicios básicos.

Aumento de temperatura y resiliencia urbana

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Mucho se ha hablado en las últimas semanas del incremento de la temperatura de los océanos y del planeta en general (ver noticia). Esta preocupación no ha sido para menos ya que un calentamiento superior a los 1.5 °C amenazaría con destruir una gran cantidad de los arrecifes de coral del planeta y causaría pérdidas de las cuales no habría un punto de retorno a las condiciones actuales de nuestros océanos. Como consecuencia, este calentamiento impactará en el derretimiento de los polos y tendría impactos directos en los cambios de las temporadas de lluvia y sequía y también afectaría las condiciones e intensidad de los ciclones y huracanes.  

Ante esta situación, implementar acciones de resiliencia climática implican acelerar acciones para frenar los impactos del cambio climático (más y mayores incendios, sequías, inundaciones, tormentas, entre otros) y evitar que los impactos empeoren en las zonas más pobres y vulnerables del planeta. Cuando hablamos de resiliencia, debemos aspirar a construir una sociedad que tenga las herramientas para enfrentar los cambios climáticos extremos y continuar reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.

Para conseguir la resiliencia, tomemos por ejemplo la temperatura record alcanzada el día de hoy en Europa por arriba de los 40 grados Centígrados y las acciones que una sociedad debe tener a disposición de su población:

  • Cuidado y ampliación de espacios verdes en zonas urbanas.
  • Protección y cultivo de áreas boscosas y prevención de incendios forestales.
  • Construcción de áreas techadas en zonas de alto tránsito peatonal para proteger a la población.
  • Provisión y acceso de agua pública potable para el acceso de la población y campañas educativas de prevención de la deshidratación.
  • Reducción del congestionamiento vehicular y la emisión de gases de efecto invernadero.
  • Protección de las especies de flora y fauna que estén en peligro de extinción y de ser afectadas en zonas locales por el cambio climático.

Como se observar en la siguiente gráfica, el incremento y mantenimiento continúo de temperaturas altas acelera la desertificación de las zonas más pobladas. Como en el caso de Europa de la siguiente gráfica, se proyecta una aceleración del proceso de desertización y extensión del desierto del Sahara hacia las costas europeas del mar Mediterráneo. De continuar este proceso, la escasez de alimentos y agua se incrementará en toda la vertiente mediterránea a lo largo de más de 14 millones de hectáreas del sur, centro y este de Europa. (Fuente: Climate Impacts in Europe, the JRC PESETA II project, 2014. Data from Dosio and Paruolo 2011 and Dosio et al, 2012).

La resiliencia requiere que, como primer paso, aceptemos la realidad en la que nos encontramos con climas cada vez más extremos y movimientos de temperatura en todo el mundo y que afectarán la forma en la que todos los seres vivos sobrevivimos en nuestro planeta. En el caso de América Latina, la resiliencia es aún un tema más complicado debido a que los gobiernos no cuentan con las fuentes de financiamiento de programas nacionales de resiliencia para las industrias agrícolas, la provisión de agua y alimentos a poblaciones vulnerables, control de desertificación, programas de reforestación y protección de especies de flora y fauna en peligro.

Desde 1880 la temperatura global promedio de la Tierra ha aumentado al menos 1,1°Centígrados (1,9 °F) y los incrementos se han acelerado como resultado del consumo de combustibles fósiles por la humanidad. Ante esto, desde las últimas décadas se ha buscado fomentar la innovación en procesos circulares de diseño y transición hacia nuevas industrias que, en línea con los análisis de ciclo de vida de las materias primas, reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.

Según se observa en la siguiente infografía de VisualCapitalist, desde 1979 a la fecha se ha producido la mayor parte del calentamiento global con un aumento de las temperaturas de 0,15 a 0,20 °C por década. Las proyecciones para la década de 2020 a 2029 actualmente están por encima de los 1.5 °C propuestos por el Acuerdo de París y como resultado, los planes de resiliencia para los países en vías de desarrollo y de las economías emergentes requerirán un mayor trabajo para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4) que están siendo creados por industrias en Asia, Europa y Norteamérica principalmente.