El rol de las instituciones ante el Cambio Climático, los Estudios Globales y las ideas de Acemoğlu-Robinson-Johnson

Los Estudios Globales fueron el campo de especialización que estudié durante mis maestrías en Alemania y Dinamarca hace más de diez años. En ese entonces, esta disciplina era aún difícil de explicar y entender, y a menudo enfrentábamos críticas debido a su enfoque interdisciplinario, que examina exhaustivamente procesos, sistemas y problemas globales con énfasis en la interconexión de las dinámicas económicas, políticas y sociales entre las naciones. Esto nos llevaba a complejas discusiones ad infinitum que a los académicos suele irritar. Con la reciente entrega del Nobel de Economía 2024 a Acemoğlu, Robinson y Johnson, en particular por su análisis de los marcos institucionales y su impacto en el desarrollo económico en Why Nations Fail, considero relevante compartir cómo sus ideas se alinean con los Estudios Globales. Estos académicos exploran el papel fundamental de las instituciones políticas y económicas en la configuración de las desigualdades entre países, y cómo estas instituciones resultan clave para enfrentar la crisis climática actual.

Las ideas de Acemoğlu-Robinson-Johnson y de los Estudios Globales se alimentan de una gran diversidad de autores, perspectivas e ideologías y son complementarios por ramas muy importantes como la Teoría de los Sistemas Mundiales de Wallerstein, que considera al capitalismo global como un sistema que mantiene dependencias entre el centro y la periferia, reforzando las disparidades entre las naciones desarrolladas y en desarrollo. Asimismo, el análisis de Marx del capitalismo y las luchas de clases ofrece perspectivas fundamentales sobre las estructuras económicas y las relaciones de poder que los Estudios Globales examinan, especialmente para comprender cómo el capitalismo global puede perpetuar las desigualdades. Juntos, estos académicos y muchos otros que se han especializado en territorios o ramas de las ciencias humanas más específicas, contribuyen a una comprensión integral dentro de los Estudios Globales de cómo los sistemas económicos globales y los factores institucionales influyen en las disparidades y dan forma al orden global.

En mi caso, mi especialización en el impacto que el cambio climático y la práctica de nuevos modelos económicos de comercio sostenible como la economía circular me han llevado a ver cómo fenómenos globales, han suscitado preocupaciones no solo en términos de sus impactos medioambientales, sino también en relación con sus efectos en la estructura y funcionamiento de las instituciones. Este artículo busca explorar la relación entre el cambio climático y las instituciones de forma breve y con temas que podrían tomarnos un libro entero para analizar. Asimismo, presentaré cuál es su rol dentro del contexto de la “big history” o “gran historia” que ha inspirado la ideología detrás de estos autores laureados al presentar una perspectiva histórica que sitúa los eventos humanos dentro de la vasta cronología del universo.

La Big History y el cambio climático: un contexto macrohistórico

Cuando hablamos de “big history” nos referimos a un enfoque donde se considera la historia del ser humano no de manera aislada, sino como una pequeña parte de un proceso mucho más extenso que abarca desde el Big Bang hasta el presente. En este marco, el cambio climático representa un punto de inflexión que puede ser interpretado como un desencadenante de transformaciones a gran escala, similar a otros eventos disruptivos como la Revolución Agrícola o la Revolución Industrial y la actual Revolución del Internet y la Inteligencia Artificial que está reconfigurando desde ya el futuro de la humanidad.

El cambio climático es un evento dentro de esta narrativa que fuerza una reinterpretación de la relación de los seres humanos con el entorno natural y con las instituciones que continuarán sosteniendo esta sociedad vulnerable a las dinámicas de la naturaleza planetaria. Este cambio, se ha convertido en un catalizador que no solo modifica el clima y los ecosistemas, sino que también exige la adaptación de las instituciones y las estructuras económicas y políticas.

El rol de las instituciones y su vinculación con el cambio climático. La Adaptación y Resiliencia son clave

Las instituciones, entendidas como los sistemas de normas, reglas y estructuras organizativas que regulan el comportamiento social y económico, juegan un papel fundamental en la respuesta a la crisis climática. Las instituciones políticas y económicas se encuentran ahora en una encrucijada, ya que deben responder a desafíos sin precedentes que ponen a prueba su capacidad de adaptación y resiliencia. En este contexto, es útil aplicar conceptos de la teoría institucional para analizar cómo las instituciones han reaccionado —o no— ante el cambio climático y cómo otras instituciones han sido las causantes —o no— de la aceleración de este cambio. Al respecto, mencionaré tres funciones clave que pueden resaltar el rol de las instituciones frente a esta problemática:

  1. Regulación ambiental y gobierno eficiente: conforme se intensifica el cambio climático, las instituciones deben desarrollar e implementar regulaciones que promuevan la sostenibilidad y mitiguen los efectos ambientales. Para esto, se requiere crear desde políticas de control de las emisiones de CO2 hasta acuerdos internacionales como el Acuerdo de París y la Agenda 2030. La efectividad de estas regulaciones dependerá de la capacidad de las instituciones para adaptarse a la incertidumbre y coordinar respuestas integrales.
  2. Rediseño económico: el cambio climático también ha implicado una reconfiguración económica y el surgimiento de mecanismos de gobierno autoritarios que limiten el libre mercado y regulen la acción humana hacia sistemas proteccionistas y autoritarios. La transición hacia una economía baja en carbono y sostenible requiere una transformación significativa de las instituciones financieras y comerciales que en algunos países ha dependido de sistemas unipartidistas y totalitarios para reafirmar sus objetivos. Otros, como en la Unión Europea, han logrado establecer el consenso para alcanzar estas metas a la vez que protegen sus economías y cierran sus fronteras a la importación de CO2 vía fletes de transporte o productos fabricados como resultado de la deforestación. Es aquí donde el rol de economistas, internacionalistas y politólogos es crucial para analizar y promover políticas que permitan esta transición sin perjudicar el desarrollo económico.
  3. Innovación social y tecnológica: las instituciones también son fundamentales para fomentar la innovación social y la aceleración de la adaptación tecnológica. Estos son elementos necesarios para enfrentar el cambio climático y para fortalecer una población responsable de sus acciones bajo marcos regulatorios sólidos y certeza jurídica. Las universidades, centros de investigación y principalmente las empresas multinacionales han desempeñado un papel clave en esta reeducación social y aceleración tecnológica mediante la promoción de tecnologías limpias, creación de modas “verdes” y cumplimiento de certificaciones y prácticas sostenibles como el uso de empaques reciclables o de fuentes renovables. La colaboración interinstitucional es esencial para que estas innovaciones puedan escalar y ser efectivas a nivel global.

El rol de las Instituciones en el contexto de la Big History y el cambio climático

En el marco de la “big history” y de los estudios globales, el cambio climático puede ser visto como un momento crucial que demanda una reevaluación de las instituciones existentes de la misma manera en que Acemoglu-Robinson analizaron a países, regiones y civilizaciones. A lo largo de la historia, cada gran cambio estructural ha dado lugar a una reconfiguración de las instituciones, desde las primeras civilizaciones hasta las actuales democracias industriales capitalistas y los sistemas totalitarios de economía mixta. Actualmente, las instituciones enfrentan un reto similar: evolucionar o quedar obsoletas y ser víctimas del cambio climático. Las instituciones que logran adaptarse y promover una economía resiliente y sostenible podrían no solo sobrevivir, sino también liderar un nuevo capítulo en la gran historia de la humanidad. Algo que no ocurre por primera ocasión y que el caso de la caída de la civilización maya es un excelente ejemplo respecto a otros momentos críticos en la historia, en los que la respuesta institucional al cambio climático determinó el curso de la civilización humana.

El camino que queda ante nosotros para combatir el cambio climático desde instituciones nuevas y fortalecidas

Para los académicos y los tomadores de decisiones en el gobierno y las empresas, la relación entre el cambio climático y las instituciones ofrece un campo fértil para el análisis de cómo las estructuras de poder y gobernanza están respondiendo a este desafío global. La historia ha demostrado que las instituciones son capaces de cambiar en respuesta a crisis significativas y hoy nos encontramos ante una oportunidad similar. Por su parte, los globalistas tenemos el inmenso reto de diseñar modelos y estrategias socioeconómicas y políticas que faciliten la transición hacia economías sostenibles, considerando no solo los beneficios ambientales, sino también las implicaciones socioeconómicas para diferentes sectores de la sociedad. El cambio climático, en este contexto, se convierte no solo en un problema que resolver, sino en una oportunidad para reformular y reforzar el papel de las instituciones en el desarrollo humano. La premiación que hicieron del Nobel a Acemoğlu-Robinson-Johnson, nos debe invitar a continuar haciendo siempre análisis interdisciplinarios para entender cómo podremos enfrentar el futuro y construir sociedades más resilientes y sostenibles en el marco de los desafíos actuales y venideros.

El ascenso de la derecha. ¿Cómo el giro hacia la extrema derecha en Europa impacta la globalización, la sostenibilidad y el comercio?

El giro hacia la derecha en las más recientes elecciones del Parlamento Europeo 2024-2029 (resultados provisionales al día de hoy) ha captado la atención de quienes trabajamos en temas de globalización, sostenibilidad y comercio internacional. Aunque en la extrema derecha europea aún existen algunos negacionistas del cambio climático, la realidad es que la mayoría de los partidos europeos de extrema derecha abogan por una forma de ambientalismo que está estrechamente vinculada al nacionalismo y al proteccionismo económico.

En los últimos meses, estos movimientos han ganado considerable apoyo entre las poblaciones más pobres y de clase media de las zonas urbanas y en países con un alto número de agricultores y en zonas que colindan con “fronteras calientes” cercanas a Ucrania o el Mediterráneo. Estos grupos, que han sido los más afectados por las crisis económicas, la guerra y la creciente inmigración se han visto también afectados por los estrictos estándares y regulaciones ambientales, así como por la creciente competitividad de las importaciones provenientes de Latinoamérica, Asia y África.

Ante esta situación, es previsible que un Parlamento con una mayoría de derecha no se oponga directamente a las políticas ambientales, sino que, por el contrario, las utilice como argumento para frenar la importación de productos de países agrícolas más competitivos en los trópicos. Con una mayoría en el Parlamento, las perspectivas y políticas de la derecha europea podrían ser las siguientes:

La Derecha en las prioridades de la economía y el comercio sostenible

La derecha europea, a diferencia de la derecha anti-ciencia del continente americano, suele caracterizarse por apoyar los esfuerzos locales de conservación y la independencia energética, al tiempo que se oponen a lo que consideran políticas verdes demasiado ambiciosas y económicamente dañinas que ponen más candados a las “inversiones verdes”. Por ejemplo, algunos de estos candados que rechazan en la derecha, son aquellos que “sobreregulan o limitan” el comercio; tal fue el caso de la recien aprobada Directiva sobre diligencia debida de las empresas en sostenibilida (CSDDD) propuesta por el Pacto Verde Europeo. Esta Directiva que arrancó muy ambiciosa, terminó siendo aprobada con reglas más laxas y que impactaría en los bolsillos de un numero mucho menor de empresas grandes. Para la derecha europea, las políticas comerciales deben centrarse en el deseo de salvaguardar las industrias nacionales y promover acuerdos comerciales condicionales que se alineen con sus objetivos ambientales y económicos.

La Derecha y el comercio con América Latina y el resto del mundo

Los partidos de extrema derecha suelen favorecer políticas comerciales proteccionistas y en sus discursos a la candidatura por el Parlamento, prometían priorizar los intereses nacionales y sus cultivos y salarios. Esto se extiende a sus puntos de vista sobre el comercio internacional con regiones como América Latina donde ven un importante proveer de alimentos y granos, pero también ven una amenaza comercial que, en los últimos meses, llevó a que el tratado comercial con el Mercosur se detuviese.

Josep Borrel, el alto representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE), dijo a comienzos del 2024 que lamentablemente no tenía buenas noticias” sobre el tratado de libre comercio entre la UE y el Mercosur. Aunque los países sudamericanos estaban dispuestos a firmar el acuerdo, en Europa hubo una fuerte resistencia, especialmente en Francia, donde la derecha de Le Pen ganó abrumadoramente en las elecciones. En marzo, el presidente Emmanuel Macron ya temía la reacción de los agricultores, quienes enfrentarían una dura competencia con la agricultura altamente eficiente de Brasil y Argentina. Por estas razones, tres meses después, Macron tuvo que convocar a elecciones legislativas tras las aplastantes victorias de la derecha. La derecha europea prefiere acuerdos comerciales bilaterales que beneficien a las naciones europeas y muestra escepticismo ante acuerdos multilaterales más amplios, percibiéndolos como una amenaza para las industrias y empleos locales.

En esa misma línea, algunos líderes de extrema derecha, como los franceses del partido Rassemblement National -RN- de Marine Le Pen han sabido ganar adeptos entre los más pobres y los más ricos por igual. Este partido ha sido un muy activo propulsor de que los acuerdos comerciales deberían estar supeditados al compromiso de los países socios con los estándares ambientales, como las emisiones netas cero. Este enfoque tiene como objetivo alinear las políticas comerciales con sus objetivos ambientales y al mismo tiempo proteger los mercados internos. Como ven, en la derecha europea sí creen en los impactos del cambio climático y sí creen en la necesidad de metas de neutralidad de carbono siempre y cuando se obligue a ambas partes de los tratados a igualar sus estándares.

La Derecha y la sostenibilidad ambiental

Muy distinto a lo que ocurre con la derecha en América, son muchos los partidos de extrema derecha que han adoptado un concepto llamado “patriotismo verde” o “econacionalismo”. Estos partidos creen que es necesario preservar el medio ambiente y a la vez creen en la importancia del patrimonio nacional. Este enfoque critica los acuerdos climáticos internacionales y enfatiza los esfuerzos de conservación locales o mediante tratado bilaterales. Por ejemplo, la derecha francesa de Rassemblement National -RN- ha pasado de negar el cambio climático a promover la “Nueva Ecología”, que prioriza la protección ambiental local, que es xenófoba y que se opone de forma populista a las iniciativas climáticas internacionales a las que acusa de afectar a los “pequeños productores franceses”. Este discurso ha ganado mucho apoyo no solo en Francia sino también en los partidos de derecha en Alemania, Austria, Polonia e Italia.

Sobre el Pacto Verde Europeo, los partidos de extrema derecha se oponen en general al Pacto en su forma actual y consideran que, movilizados por el discurso populista que les ha dado tantos votos, debe mantenerse siempre y cuando no imponga más regulaciones y cargas económicas excesivas a los más pobres. Por ejemplo, apoyan la reversión de regulaciones ambientales estrictas y prefieren transiciones más graduales que no pongan en peligro la estabilidad económica. A su vez, apoyan un Pacto verde fomente políticas económicas nacionalistas que rayan en xenofobia para asegurar que se proteja indiscriminadamente a las industrias locales de los impactos negativos percibidos de las políticas climáticas y económicas globales. Esto incluye oponerse a políticas que, en su opinión, perjudican a las empresas europeas o conducen a precios más altos al consumidor.

Estas y muchas otras políticas reflejan que el Parlamento Europeo en los próximos años tendrá una clara tendencia hacia un enfoque más proteccionista y nacionalista en la gestión de los desafíos ambientales y económicos globales. Para el comercio desde América Latina y del resto de los países del sur global, se vendrán años de muchos retos ya que este nuevo Parlamento podría impactar significativamente en las exportaciones latinoamericanas hacia Europa. Algunas de las barreras a las que deberemos de poner atención son:

  • la implementación de políticas comerciales proteccionistas destinadas a salvaguardar las industrias locales.
  • el uso de nuevas regulaciones ambientales estrictas como argumento para imponer aranceles más altos o prohibiciones absolutas a los productos agrícolas de América Latina o Asia.
  • reducción del acceso al mercado de los exportadores latinoamericanos, particularmente en sectores como la agricultura y las materias primas en las que nuestra región tiene una inmensa ventaja competitiva y excelentes productos.

La soberanía en evolución y los gobiernos autoritarios en el mundo global

El término “soberanía” que a muchos les mencionaron en la secundaria o que quizás estudiaron en alguna carrera universitaria es muy distinto al término del mundo en que vivimos. La historia de este concepto se origina del término latino medieval “superus” que luego fue traducido por lso franceses como “souveraineté” y que se traduce como “poder supremo”. En este caso, el poder supremo o soberanía es aquella que recae en la autoridad de un estado para gobernarse por sí mismo sin la interferencia de terceros. Este término, que muchos usan y definen como si aún viviésemos en la Europa medieval ha dejado de ser tan “supremo” como algunos pretenden hacernos creer.

Uno de los principales grandes cambios de este concepto en constante evolución, radica en que la soberanía de corte medieval perdió su “poder supremo” ya que dejó de depender del poder que antaño tenían los reyes sobre el pueblo y se trasladó a los parlamentos y al pueblo en los gobiernos republicanos y democráticos. Así, esta definición de la soberanía que sirvió en el siglo XVII luego de la firma de la Paz de Westfalia, se mantuvo “suprema” por muy poco tiempo conforme las fronteras territoriales de la realeza cristiana se transformaron gracias a los crecientes flujos que consolidarían la globalización de una Europa que durante muchos siglos pasó aislada del resto del mundo. De esta manera, el crecimiento del comercio intercontinental, la creciente influencia cultural y religiosa de otros continentes y la divulgación de principios político-filosóficos que negaban el derecho divino de los reyes finalmente llegaron a Europa y, desde ahí, afectaron el futuro de principios como la soberanía derivada del latín medieval.

Con la expansión de Europa por América y Asia, el período colonial y postcolonial fue uno de los grandes momentos en los que la violación de la soberanía fue violada a niveles nunca antes vistos. Las potencias europeas de España, Portugal, Gran Bretaña y Francia invadieron y conquistaron colonias soberanas en África, Asia y América bajo la imposición de gobiernos títeres, la explotación y robo de recursos naturales y la destrucción de los sistemas locales de gobernanza de cada territorio y reino conquistados. De esta manera, durante más de 300 años y aún en el periódo postcolonial, el poder de los países europeos sobre sus antiguas colonias se evidencia y la soberanía de estos territorios es el resultado de una historia muy similar a la que tienen las víctimas del síndrome de Estocolmo.

Junto a estos poderes colonizadores europeos, la soberanía se vió doblemente transformada y diluida en el siglo XX primero con la llegada de Estados Unidos y la Unión Soviética al concierto de las potencias globales y el establecimiento de gobiernos títeres durante la Guerrra Fría que crearon los cimientos de dos de los imperios más poderosos y peligrosos que la historia humana ha conocido. En este proceso, la soberanía dejó de ser un poder que recaía en los gobiernos de los países títeres en Latinoamérica o Asia Central y se mantuvo controlada bajo los designios de los gobiernos que a su gusto ponían y derrocaban gobiernos militares o democráticos. En este mismo periódo, la soberanía sufrió enormes transformaciones debido al fortalecimiento de las relaciones comerciales entre los países y el surgimiento de las corporaciones globales. Como resultado de este proceso de capitalización de los países del sur global, la soberanía económica dejó de depender en gran medida de la capacidad de los estados para controlar sus monedas y economías y en algunos países fue controlada completamente por los intereses de una o varias multinacionales (tal fue el caso de varios países de Centroamérica durante los años dorados de la UFCO).

Ya en el siglo XXI, la soberanía como un concepto sigue definiendo aquel ideal medieval y muchos gustan de decir que “la soberanía recae en el pueblo” de aquellos países que dicen tener sistemas democráticos de gobierno. Sin embargo, esa soberanía popular es una ficción más que debido al poder que siguen manteniendo las potencias económicas y las grandes multinacionales se muestra como un peligroso ideal que moviliza a las masas con fines engañosos.

Si la historia nos ha demostrado algo, es que en el mundo interconectado en que vivimos, las acciones de los gobernantes de cada país y las acciones de sus ciudadanos tienen de soberana e independientes lo que tiene el estómago o un riñón del resto del cuerpo de un ser humano. Como un cuerpo único, los ciudadanos pertenecemos a una comunidad de naciones en cuyo interés principal se encuentra mantener la estabilidad del sistema económico capitalista en que vivimos, sin interrupciones y sin crímenes de guerra, conflictos armados o desequilibrios políticos significativos. Al respecto, cuando un país o varios deciden alterar este equilibrio, la soberanía, entendida no como en la definición medieval sino en una efinición contemporánea de “poder compartido de decisión de las partes sobre un todo”, se ve afectada cuando alguno de los actores señala que el derecho internacional, los derechos humanos, la economía internacional u otro se han visto alteradas por un tercero.

La soberanía es más que un concepto cáduco del período medieval, la soberanía es una herramienta que debemos de definir como un concepto en constante evolución no solo en sus poderes y alcances sino también en sus límites y extremos. En estas épocas, en que la “violación de la soberanía” es invocada caprichosamente por gobiernos corruptos, autoritarios o déspotas es importante que los ciudadanos educados cuestionemos los intereses de quienes invocan el concepto del “poder supremo de un estado para decidir sobre su propio destino”. Las épocas de estas decisiones quedaron ya en el pasado, muchos siglos atrás y en el actual mundo global en que vivimos no nos queda más que buscar navegar, agenciar y negociar dentro de este mundo de aparente equilibrio global.

La Influencia de Henry Kissinger: reflexiones para el s.XXI en Latinoamérica

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Durante más de 20 años, el nombre y las ideas de Henry Kissinger han impactado mi vida y nuestro entorno con resultados que permanecerán vigentes durante décadas por venir. La influencia de Kissinger fue más que ideológica y sus análisis sirvieron de consejo para la toma de decisiones de los políticos estadounidenses y sus contrapartes en Latinoamérica y el resto del sur global.

A Kissinger lo conocí muy joven y lo leí a los 14 años en un libro que compré en la extinta librería del Fondo de Cultura Económica de México. Años después, en la licenciatura de Relaciones Internacionales, el nombre de Kissinger nos aparecía en la sopa cada semestre y era imposible no citarlo en ensayos y discusiones. Posteriormente, en mi transición hacia Europa, Kissinger no dejó de sonar en las discusiones en las Universidades de Leipzig y Copenhague, y su huella indeleble se mantuvo siempre presente en las discusiones que tuve sobre los impactos que el imperialismo estadounidense habían tenido en la conformación del sur global.

Kissinger fue uno de los principales asesores que recomendó a USA y permitió a Pinochet mantenerse en el poder luego de concretar el asesinato del gobierno democráticamente electo de Salvador Allende. Leer más de los archivos desclasfiicados del a CIA: https://nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB437/

Como resultado de esta política, la democracia artificial creada desde Estados Unidos sostuvo valores “occidentales” y alianzas estratégicas de dependencia económico-militar de USA y Europa y, por el otro lado, creó y protegió a una elite militar y empresarial que practicaba un capitalismo mercantilista que les aseguraba control político, social y económico sobre las fuerzas de producción y evitaba el surgimiento de una clase media educada y sana. En esta dinámica de relaciones capitalistas, Latinoamérica fue uno de los lugares más impactados por los consejos de Kissinger y otros expertos de su época como George Kennan, Zbigniew Brzezinski, Samuel P. Huntington y muchos otros realistas, políticos y empresarios. Por fortuna, estas ideas evitarían el efecto dominó luego de la llegada del totalitarismo popular que se hizo del poder en Cuba y que posteriormente lo haría en Venezuela y Nicaragua.

Kissinger en su visita a la China maoísta reformó el orden internacional. Su visita sirvió a USA para contrarrestar el poder soviético y complicar el avance de la estrategia del Kremlin. Paralelamente, USA buscó una distensión con Moscú, produciendo un conjunto histórico de acuerdos comerciales, de control de armas, de derechos humanos y de fomento de la confianza que ayudaron a limitar la carrera armamentista y hacer la Guerra Fría más manejable y predecible para los intereses calculados de Kissinger y Co.

Las ideas de Kissinger permitieron en el siglo XX crear un mundo donde USA demostró y expandió su poderío tras un discurso realpolitik de superioridad moral disfrazado de “democrático”, “liberal” y “capitalista” pero que se enfocaba en la conquista del poder y la victoria a toda costa contra los enemigos comunistas orientales (Rusia y China).

El autoritarismo clientelar que se fortaleció y esparció con redes de corrupción en Latinoamérica durante los últimos 40 años de estrategias kissingerianas es uno de los frutos de la estrategia de realpolitik estadounidense que, luego de que se les saliera del control, ahora se intenta reducir o controlar desde la Casa Blanca.

Pero lo pasado es pasado, y lo que nos queda ahora son los efectos de la escuela de Kissinger que permearon nuestra política hispanoamericana. La región sigue sumida en una lucha de intereses en los que USA continúa buscando equilibrar las dinámicas de poder contrarrestando la influencia del comunismo del siglo pasado. En este proceso, USA continúa apoyando el derrocamiento de gobiernos democráticamente electos en Bolivia, Perú y Honduras para dar algunos ejemplos. Mientras que, a la vez, lucha por proteger otros gobiernos democráticamente electos en países como Guatemala, Colombia o México, siempre y cuando, estos se plieguen a los intereses nacionales y la agenda central de:

  • lucha contra la inmmigración indocumentada,
  • combate a las drogas,
  • lucha contra el terrorismo y
  • bloqueo latinoamericano al ingreso de intereses y capital económico ruso-chino.

En este proceso, hispanoamérica aún tiene mucho que aprender para consolidar verdaderos sistemas democráticos donde los votantes tengan la voz principal y no se viva dependiendo de los contubernios políticos (el famoso estado paralelo) donde autoritariamente manda una pequeña elite política-empresarial creada el siglo pasado. A este inmenso reto, se suma la necesidad de crear e integrar un verdadero sentido de democracia participativa donde todos los pobladores de los países (en especial pueblos indígenas) tengan una voz y representación en la creación de los estados democráticos en los que viven.

Sin duda, en este proceso tan influenciado por el intervencionismo kissingeriano que aún domina desde USA, nos queda aún un largo recorrido para que hispanoamérica sea capaz de administrar sus gobiernos de forma soberanal, activa e independientemente participando en la arena global y fortaleciendo en instituciones sólidas la separación de poderes del estado. La gran meta: consolidar democracias ideológicamente sólidas e inclusivas donde se concreten planes de gobierno consensuados, pragmáticos y académicos que para muchos académicos más pesimistas (o realistas) es una meta muy lejana y romántica.

Pero este proceso no será sencillo de lograr y Estados Unidos es y seguirá siendo un imperio económico y político que domina Latinoamérica según sean los intereses de una política exterior de longue durée en referencia al concepto braudeliano.

El intervencionismo que Kissinger y Co. fomentaron sigue estando vigente hoy. El apoyo del país del norte a los regímenes autoritarios continuará ocurriendo cuando el fantasma del comunismo vuelva a aparecer en las elecciones de nuevos gobiernos y se necesitará que seamos más los votantes y analistas políticos que recordemos los impactos (a veces positivos y mayormente negativos) que este intervencionismo ha tenido en nuestra historia postcolonial.

El sistema democrático en Guatemala y muchos otros países de Latinoamérica están hoy más débiles que nunca.

Hacia el siglo XXI se presentan nuevos retos heredados de Kissinger y Co. y en países como Guatemala es urgente que prestemos atención a los siguientes puntos,

  • El fortalecimiento de la organización política y social de los pueblos indígenas que reclama un espacio en la política y toma de decisiones surge como una exigencia cada vez más fuerte. El rechazo a la apertura ante estos reclamos de parte de la elite mestiza gobernante ha forzado a que estos movimientos se radicalicen y se exija no solo la inclusión política de estos pueblos sino la refundación de los estados tal y como ocurrió en Bolivia y parcipalmente en Perú.
  • La creciente desigualdad económica fomenta la organización más sólida de los grupos excluidos. ESta desigualdad es a la vez un reflejo de la exclusión política de la mayoría de la población y su organización exige romper con el sistema de autoritarismo clientelar creado desde el siglo pasado. El populismo autoritario neoliberal surge como una amenaza tal y como ocurrió en El Salvador de Bukele y recientemente con la Argentina de Milei.
  • La corrupción del estado clientelar creado bajo el auspicio de la visión Kissingeriana desde USA para sostener gobiernos autoritarios está pasando la factura y el estado de bienestar en hispanoamérica se cae a pedazos sin hospitales ni escuelas públicas dignas. La estrategia de USA a través de las ONGs para crear fuentes de inversión y trabajo se ha quedado corta y ha fallado. Como resultado, la migración de trabajadores hacia USA y Canadá seguirá en ascenso.

Kissinger falleció el 29 de noviembre de 2023 y el legado que dejaron y que seguirán teniendo sus ideas seguirán vivas por muchos años más. Nos queda una larga tarea por aprender de estas lecciones y construir países más sólidos y democráticos, poblaciones más inclusivas y equilibradas, economías más competitivas y globales.

Finalmente, Como Kissinger dijo en su libro de memorias

“No siempre podemos asegurar el futuro de nuestros amigos; Tenemos más posibilidades de asegurar nuestro futuro si recordamos quiénes son nuestros amigos.”

White House Years

Se amplió el BRICS: ¿más rivalidad o cooperación en la búsqueda del desarrollo sostenible?

El bloque de países BRICS, que agrupa las principales economías emergentes del sur global, realizó recientemente un nuevo paso para ampliar su alcance e influencia con el anuncio de que seis países más fueron invitados a unirse como nuevos miembros. Con la integración de Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos a los BRICS se conformará a partir del 01 de enero de 2024 uno de los grupos económicos más importantes del planeta. Desafortunadamente, esta decisión no surge de la búsqueda de la cooperación internacional en el ámbito económico con fines de fomentar la sostenibilidad ambiental o la igualdad de condiciones en el mercado. Menos aún, los países no se unieron con las intenciones de fomentar los objetivos del desarrollo sostenible de la Agenda 2030. En el aspecto político y económico, los países siguen fomentando prácticas que dividen la economía y se alejan de construir soluciones a los problemas ambientales, la escasez de recursos y la eliminación de la pobreza de los países del sur global.

Al respecto, la CEPAL puntualiza en el informe “Construir un futuro mejor. Acciones para fortalecer la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” que los países se encuentran actualmente en la encrucijada de tomar alguno de los siguientes caminos: a.) mantener el viejo modelo económico y político de aislamiento entre los países ricos, b.) Fomentar la rivalidad entre las economías principales y crear sistemas políticos proteccionistas con el fin de crecer la competitividad de las naciones y, b.) construir acuerdos globales de cooperación, fortalecimiento de la democracia y creación de mecanismos de cooperación multilateral para corregir los problemas estructurales del viejo modelo (CEPAL, 2021). Con el desarrollo de los más recientes acontecimientos bélicos en Europa y las crisis económicas resultantes de la pandemia COVID-19, la agilización de una transición hacia el segundo modelo de rivalidad entre las economías ha aumentado y se acelera con preocupación para el mundo. La rivalidad y su alejamiento de la búsqueda de un desarrollo sostenible compartido por los países más poderosos de la economía se ha reducido y la capacidad de los estados del sur global de buscar el apoyo financiero y técnico de las economías desarrolladas se ve truncada ante una mayor competencia geopolítica.

La ampliación del BRICS es particularmente preocupante como un nuevo sistema de rivalidad global ya que es difícil encontrar puntos en común entre los seis países invitados a unirse a este sistema y cada uno de estos países tiene un rol muy importante en el liderazgo de sus regiones. La integración a este nuevo sistema podría implicar una reducción en la importancia que las decisiones globales en torno a la Organización de las Naciones Unidas. Y sus efectos se verán reflejados en una creciente polarización, falta de decisiones en temas globales como el medio ambiente, el cambio climático o la reducción de la pobreza y, preocupantemente, en un mundo menos predecible y coordinado entre los actores participantes. Junto a esto, se suma que en el mundo policéntrico que se empieza reconfigurar, se empiezan a observar a la vez un sistema internacional que sufre de amenazas híbridas que resultarán difíciles de identificar, predecir y resolver. Y, para los países más pobres del sur global, esto sistema policéntrico liderado cada vez más por países en rivalidad resultará en un escenario menos abierto a la cooperación internacional, la transferencia de tecnologías y la búsqueda de políticas conjuntas para la solución de amenazas globales compartidas.

La ampliación del bloque de países BRICS es una actividad más que, junto con la continuación de la guerra híbrida entre Rusia, Ucrania y la OTÁN evidencian el surgimiento en los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas de nuevas vulnerabilidades y búsqueda de intereses unilaterales que debilitan la búsqueda de acuerdos comunes que fomenten un desarrollo sostenible global. En estas nuevas condiciones, las acciones en conjunto que realice el BRICS serán una advertencia al resto del mundo respecto a si aumentarán las vulnerabilidades de un planeta cada vez más policéntrico en el que bloques busquen intereses meramente egoístas, pecuniarios, cortoplacistas e incluso antidemocrático o si, como resultado, la creación de un nuevo bloque en torno a BRICS, fomentará la construcción de objetivos compartidos alineados a las metas del desarrollo sostenible de la Agenda 2030 y las visiones de construcción de una nueva economía circular de alcance global.